Las bragas de la madre y la carencia del padre. Clase 21 Seminario 4. Jacques Lacan

El Lumpf y el vestido. El desatornillado de la bañera. Fóllatela un poco más. La suplencia del padre. Infecunda castración materna. La Idea de Ana.

Retomemos hoy nuestra charla sobre Juanito, que desde hace algún tiempo es objeto de nuestra atención.

El caso de Juanito.

Recuerden con que propósito se desarrolla este comentario. En suma, ¿Qué es Juanito?

La palabrería de un niño de 5 años entre el 1 de enero y el 2 de mayo de 1908. Esto es Juanito para un rector que no esté al corriente. Y si lo está y no tiene inconveniente en estarlo, sabe que esta palabrería tiene su interés.

Las relaciones entre esta palabrería y esa fobia, considero de suma importancia elucidarlas.

Las dos bragas de la madre.

Me entretuve la última vez en las reacciones de Juanito con respecto a las dos bragas de su madre, con todo lo que el diálogo con el padre tiene en ese momento de problemático, lleno de interrogantes, de un profundo malentendido.

Con Freud, puse el acento en lo que en su opinión era el residuo esencial de este diálogo, o sea la afirmación, (de ninguna manera inducida ni sugerida por el interrogatorio), de que las dos bragas no tienen en nada el mismo sentido si están ahí sueltas:

—en este caso Juanito escupe, se revuelca por el suelo, monta todo un número, manifiesta un asco cuya clave no nos entrega, pero manifiesta igualmente el deseo de que se lo comuniquen al Profesor
— o si las lleva la madre, y en tal caso tienen para él un sentido muy distinto.

Luego ha llegado a mis oídos no sé qué sorpresa por parte de algunos por el hecho de que yo habría eludido en este sentido la conexión de las pantalonetas en cuestión, las bragas de la madre, con el Lumpf [el bulto].

En el vocabulario de Juanito, el Lumpf [el bulto] son los excrementos.

En suma, me imputan elidir, por no sé qué espíritu de sistema, ese estadio anal que surge al punto en nuestra mente, (exactamente como cuando pulsando un botón se provoca alguna reacción condicionada del perro de Pavlov. En cuanto oyen ustedes hablar de excrementos —¡Estadio anal! ¡Estadio anal! ¡Estadio anal!)  Pues bien, hablemos de estadio anal, porque todo tiene que desarrollarse con normalidad.

—El fenómeno de regresión.

Si en efecto hay un fenómeno de regresión, es de un registro como aquel que les he indicado como posible en diversas ocasiones. Es lo que ocurre cuando, por la necesidad de elucidar su problema, el sujeto persigue la reducción de determinado elemento de su ser en el mundo, de sus relaciones, por ejemplo, la reducción de lo simbólico a lo imaginario, incluso alguna vez, como es manifiesto en esta observación, de lo real a lo imaginario. Se trata, en otras palabras, del cambio del abordaje significativo de los términos presentes.

Esto es lo que se ve producirse a lo largo de esta observación, cuando Juanito prosigue su elaboración con esa especie de rigor, de esa manera imperiosa, característica del proceso significante tal como Freud lo definió, como inconsciente.

Volvamos al Lumpf [el bulto].

El Lumpf [bulto] es traído a colación a propósitos de las bragas.

La participación de Juan en las funciones excrementales de la madre, es plenamente aceptada por parte de ella.

Cada vez que se pone o se quite las bragas, tiene ahí pegado a Juanito, dando la lata, y la madre se disculpa ante el padre, quien por otra parte está bastante al corriente, pero entonces pone al día su pequeña investigación —No puedo evitar llevarlo conmigo al lavado, dice ella.

Entre Juanito y su madre hay este juego de ver y no ver, pero también de ver lo que no puede ser visto porque no existe, y Juanito lo sabe muy bien.

Para ver lo que no puede ser visto, es preciso verlo detrás de un velo, es decir, que se ha de poner un velo delante de la inexistencia de lo que se trata de ver.

Detrás del tema del velo, de las bragas, del vestido, se disimula el fantasma esencial de las relaciones entre la madre y el niño — el fantasma de la madre fálica. Alrededor de este tema es como se introduce el Lumpf [bulto].

En consecuencia, si dejo el Lumpf [bulto] en el plano que le corresponde, es decir, en este segundo plano, no es por espíritu sistemático, sino porque en la observación aparece únicamente en esta conexión.

Se trata de saber en determinado momento del análisis cual es la función precisa de este tema.

Es por su conexión con el sistema completo del significante en su evolución, tanto mientras hay síntoma, como en el curso de la enfermedad y en el proceso de la cura.

Si aquí el Lumpf [bulto] tiene un sentido suplementario en el interior del sistema, es por su estricta homología respecto de la función de las bragas, es decir, la función de velo.

El Lumpf [bulto], como las bragas, es algo que puede caer. El velo cae, y en la medida en que el velo ha caído, Juanito tiene un problema.

La combinación de esto que cae, más el otro término presente en la fobia con el que Juan se enfrenta, o sea el mordisco, da en efecto el tema de la amovibilidad, del desatornillamiento, un elemento esencial de reducción de la situación en la sucesión de los fantasmas.

La sucesión de los fantasmas de Juanito debe concebirse sin ninguna duda como un mito en desarrollo, un discurso. En la observación no se trata sino de una serie de reinvenciones de este mito con la ayuda de elementos imaginarios.

Se trata de comprender la función de este progreso que va rotando, de esas sucesivas transformaciones del mito, y lo que, a un nivel profundo, representa para Juan la solución del problema, el de su posición en la existencia, en la medida en que ha de situarse en relación con determinada verdad, determinado número de referencias de verdad con respecto a las cuales él debe ocupar un lugar.

Si hiciera falta alguna prueba suplementaria de esto que les digo — insisto, porque se me ha hecho esta objeción y, ya que he tropezado con ella, quiero seguirla hasta el final—, añadiría que Juanito, de vuelta de casa de la abuela el domingo 12 de abril por la noche, en el vagón de tren, da muestras de que los cojines negros del compartimento le den asco, porque es Lumpf [bulto]

¿Qué es lo que se compare con la negrura del Lumpf en la explicación posterior con el padre? Una blusa negra y unas medias negras. La estrecha relación del tema del Lumpf con los vestidos de la madre, es decir, con el tema del velo, la revela el propio Juanito, eso SÍ, interrogado por su padre.

En resumen, en el segmento de observación que todavía estamos examinando, el Lumpf, es decir, el excremento, interviene siempre en determinada función de la articulación significante, relacionada con el tema del vestido, del velo, tras el cual se esconde la ausencia negada del pene de la madre. Esta es su significación esencial.

En consecuencia, no estamos modificando para nada la dirección de la observación con espíritu partidario de ninguna clase, cuando tomamos este eje para comprender el progreso de las transformaciones míticas a través de las que se efectúa en el análisis la reducción de la fobia.

El fantasma de la bañera.

Habíamos llegado al 11 de abril y al fantasma de la bañera.

Como les dije, con la bañera empieza a movilizarse la situación, o en otros términos, la realidad asfixiante y única de la madre, a la que por x razones Juan se siente vinculado, con máxima producción de angustia.

Desde el momento en que se siente a la vez librado a la madre, amenazado y anulado por ella, la madre representa la situación de peligro, peligro por otra parte innombrable en sí mismo, angustia propiamente dicha. Se trata de ver como sale el niño de esta situación.

Les recuerdo el esquema fundamental de la situación del niño respecto de la madre, en el trance de perder su amor.

La madre es la madre simbólica, primer elemento de la realidad simbolizado por el niño, en la medida en que puede estar ausente o presente.

Cuando ella rehúsa el amor, la compensación se encuentra en el pecho real, por aplastamiento bajo la satisfacción real, lo que no impide que entonces se produzca una inversión. Así es, en la misma medida en que el pecho se convierte en una compensación, se convierte al mismo tiempo en el don simbólico, mientras que la madre se convierte en un elemento real, es decir, omnipotente, que rehúsa su amor.

El progreso de la situación con la madre consiste en esto, en que el niño ha de descubrir, más allá de la madre, lo que ella ama.

El elemento imaginario no es el niño, sino el i, es decir, el deseo del falo de la madre.

A fin de cuentas, lo que el niño ha de hacer —no quiere decir que lo haga—, es llegar a
formular esto i S (i).

Para Juanito, este esquema se ha complicado con la introducción de dos elementos reales:
—Por una parte, Ana, es decir, un niño real, complica la situación, las relaciones con el más allá de la madre.
—Y además, hay algo que sin duda le pertenece, pero no sabe qué hacer con ello, un pene real que empieza a menearse y en su momento tropezó con una mala acogida por parte de la persona que lo ponía en funcionamiento.

Para apreciar esta complicación, no tienen más que tomar los dos polos de la fobia, o sea los dos elementos que hacen temible al caballo —el caballo muerde y el caballo cae.

—El caballo muerde, es decir —Como ya no puedo seguir satisfaciendo a mi madre, ella va a satisfacerse tal como yo lo hago cuando ella no me satisface, o sea que va a morderme como yo la muerdo, mi último recurso cuando no estoy seguro de su amor.

—El caballo cae —Cae exactamente como a mí me dejaron caer desde que sólo están por Ana.

Por otra parte, está claro que, en cierto modo, es preciso que Juanito sea comido y mordido. Lo es porque eso corresponde a una revalorización de ese pene que le ha despreciado, que le ha rechazado su madre, y si ha de llegar a ser algo —a eso aspira Juanito— ha de ser mordido. El mordisco, que la madre lo tome, es algo tan deseado como temido.

Lo mismo ocurre con lo de caer. La caída del caballo, Juanito no sólo la teme, también puede desearla. Juanito desea ver caer más de un elemento de la situación.

En cuanto introducimos en la observación la categoría de lo caído, el primer elemento que se presenta es la pequeña Ana.

La función del mordisco, como la de la caída, se den en las estructuras más aparentes de la fobia. Son elementos esenciales.

Como ven, se trata de elementos significantes de dos caras. Este es el verdadero sentido del término ambivalencia.

La caída, como el mordisco, Juanito no sólo los teme. Estos elementos pueden intervenir igualmente en sentido opuesto.

El mordisco, en cierto modo, es deseado, porque desempeñara un papel esencial en la solución de la situación.

La caída es igualmente un elemento deseado, y si bien la niña no caerá, la madre sí describirá una trayectoria de caída tras la aparición de la curiosa función instrumental del desatornillado, surgido por primera vez de forma enigmática en el fantasma de la bañera.

Como les dije la otra vez, de lo que se trata es de una angustia referida no tan sólo a la madre, sino a todo el conjunto, a todo el medio, a todo lo que hasta entonces había constituido la realidad de Juanito, los puntos de referencia fijos de su realidad, lo que llamé la última vez la barraca. Con el primer fantasma en el que aparece aquel Schlosser [cerrajero] que desatornilla la bañera, empiezan a desmontársela pedazo a pedazo.

Esto no es de ninguna manera una conexión abstracta que haga yo, es algo perfectamente contenido en la experiencia. La observación nos revela que ya han desatornillado alguna que otra bañera delante de Juanito, porque cuando iban a Gmunden de vacaciones se llevaban una bañera dentro de una caja. Por otra parte, sabemos de más de una mudanza anterior, …

Las mudanzas, así como el transporte de la bañera a Gmunden, han proporcionado ya a Juanito material significante sobre lo que significa eso de desmontar la barraca.

Ya sabe que eso puede ocurrir, es una experiencia más o menos integrada en su manipulación propiamente significante.

El fantasma de la bañera desatornillada es como un primer paso en la percepción del fenómeno de la fobia, que primero se presenta con un carácter opaco, con señales de inhibición, de detención, de frontera que no se puede traspasar.

La última vez les expliqué la significación plural de la pieza, que tanto en la lengua alemana como en la lengua francesa y en algunas otras, especialmente en la lengua griega, designa el aparato mordedor del caballo, sus dientes delanteros, así como algo que significa pinza o tenazas.

Aquí es donde aparece por primera vez el personaje que interviene con pinzas y tenazas, introduciendo un elemento de evolución, insisto, puramente significante…

En el significante, y en ninguna otra parte, es decir, en el mundo humano del símbolo que comprende igualmente el útil o el instrumento, se desarrollará la evolución mítica en la que se empeña Juanito, con la colaboración oscura y dubitativa establecida entre él y esos dos personajes volcados en su caso para psicoanalizarlo.

El perforar [Bohrer] el berbiquí.

Me detendré un momento en lo siguiente, en que no sólo está la bañera y el desatornillado, también está el Bohrer [el berbiquí], el perforador.

Como siempre, los testigos del período exploratorio del análisis tienen una percepción muy viva, vinculada con la frescura del descubrimiento, y no les cabe la menor duda sobre lo que es este berbiquí —Es el pene paterno, dicen.

También aquí aparece cierta ambigüedad en el texto —este pene, ¿apunta a Juanito o apunta a la madre? Esta ambigüedad es completamente válida, tanto más a medida que vamos comprendiendo mejor de que se trata.

Vean en ello una prueba de lo que les digo, que no basta con tener en la cabeza el fichero más o menos completo de las situaciones clásicas del análisis, o sea, que hay un complejo de Edipo invertido, y que en una percepción del coito de los padres un niño puede identificarse con la parte femenina.

Es verdad que podemos encontrar ahí una identificación, ¿Por qué no? —pero con una sola condición, que comprendamos en qué sentido es verdad. [Juanito se imagina y articula] que algo le ha hecho un gran agujero en la barriga. Esto sólo puede tener su sentido en el contexto, en la evolución significante en cuestión.

Lo repito —en el curso de un análisis, los fantasmas de pasividad del niño, sus identificaciones con la madre en una relación fantasmática con el padre, pueden intervenir de mil formas, en mil perspectivas.

Reformulando el complejo de Edipo.

Hay que repetir las cosas. Si no se repiten, se pierden. Por eso vamos a rearticular el complejo de Edipo una vez más.

Por supuesto, no voy a hacerles una rearticulación del complejo de Edipo. Como se trata de un esquema fundamental, por definición hay que explicarlo de mil formas distintas. Sin embargo, hay elementos estructurales que son los mismos y que siempre podemos encontrar, al menos en cuanto a su disposición y su número.

En un plano determinado, el padre se introduce como tercero en la situación entre el niño y la madre. Considerado en otro plano, se introduce como cuarto, porque ya hay tres elementos, debido a ese falo inexistente.

¿Cuál es el papel del padre?

No puedo rehacer ahora toda la teoría del complejo de Edipo. Digamos de todos modos que el padre es quien posee a la madre, la posee como padre, con su pene de verdad, un pene suficiente, a diferencia del niño, víctima del problema de un instrumento a la vez mal asimilado e insuficiente, cuando no rechazado y desdeñado.

¿Qué nos enseña la teoría analítica sobre el complejo de Edipo?
¿Qué lo hace de alguna manera necesario?

Es un hecho —pare que la situación se desarrolle en condiciones normales, me refiero a las que le permiten al sujeto humano conservar una presencia suficiente, no sólo en el mundo real, sino también en el mundo simbólico, … es decir, para que se soporte en el mundo real tal como organizado, con su trama simbólica, … ha de haber además detención y fijación de dos términos:

—Por una parte, es preciso que el verdadero pene, el pene real, el pene valido, el pene del padre, funcione.
—Por otra parte, el pene del niño, que se sitúa en comparación con el primero, … ha de adquirir su misma función, su realidad, su dignidad. Y para conseguirlo, es preciso pasar por esa anulación llamada el complejo de castración.

En otros términos, en la medida en que su pene resulta momentáneamente aniquilado, el niño estará destinado a acceder a una función paterna plena, o sea ser alguien que se sienta legítimamente en posesión de su virilidad.

Y resulta que este legítimamente es esencial para un feliz funcionamiento de la función sexual en el ser humano.

Todo lo que decimos sobre el determinismo de las eyaculaciones precoces y los distintos trastornos de la función sexual no tiene ningún sentido, salvo en este registro.

He aquí el problema del complejo de Edipo, resituado.

Como lo demuestra que la experiencia analítica, descubridora del Edipo como integración en la función viril, nos permita llevar más lejos las cosas a propósito del padre simbólico.

El padre simbólico, es el nombre del padre.

Es el elemento mediador esencial del mundo simbólico y de su estructuración.

Es necesario para ese destete, más esencial que el destete primitivo, por el que el niño sale de su puro y simple acoplamiento con la omnipotencia materna.

El nombre del padre le es esencial a toda articulación de lenguaje humano, …

[Por otra parte, es insensato, hablando con propiedad, negar el padre simbolico]

Hay el padre simbólico. Hay el padre real.

Como la experiencia nos enseña, en la asunción de la función sexual viril juega un papel esencial la presencia del padre real.

Para que el sujeto viva verdaderamente el complejo de castración, es preciso que el padre real juegue de verdad el juego.

Debe asumir su función de padre castrador, la función de padre en su forma concreta, empírica, casi iba a decir degenerada, pensando en el personaje del padre primordial y la forma tiránica y más o menos horrible bajo la cual nos lo presentó el mito freudiano.

En la medida en que el padre, tal como existe, cumple su función imaginaria en lo que tiene de empíricamente intolerable, incluso indignante cuando se deja sentir su incidencia castradora, sólo en esta perspectiva, se vive el complejo de castración.

El caso de Juanito lo ilustra maravillosamente:
—Hay un padre simbólico Freud es el buen Dios), y
—El padre de Juanito.

El padre simbólico es para Juanito uno de los elementos esenciales en la instauración del equilibrio.

[Juanito] cree en el padre simbólico, porque la referencia a una especie de testimonio supremo es un elemento esencial de cualquier articulación de verdad. Hay alguien que lo sabe todo, lo ha encontrado es el profesor Freud. Que suerte tener al buen Dios en la tierra. No todos tenemos tanta suerte.

Esto le resulta muy útil, pero no suple en absoluto la carencia del padre imaginario, del padre verdaderamente castrador.

Aquí está todo el problema. Para Juanito, se trata de encontrar una suplencia para ese padre que se obstina en no querer castrar. Ésta es la clave de la observación.

Se trata de saber cómo va a poder soportar Juanito su pene real, precisamente porque no está amenazado. Aquí está el fundamento de la angustia.

Esto es lo intolerable de su situación, esta carencia por parte del castrador.

De hecho, a través de toda la observación, no se ve aparecer nada que representé la estructuración, la realización, la vivencia, ni siquiera fantasmática, de algo que se llamé una castración.

Juanito reclama imperiosamente una herida. Cualquier cosa le sirve.

El deseo de que el padre sufra tal herida como una circuncisión mítica aparece enseguida en el gran diálogo del 21 de abril, cuando Juanito le dice —Tendrías que llegar ahí como un desnudo, … Todos se quedan tan estupefactos, que se preguntan que puede querer decir ese niño. Se dicen que ese niño empieza a hablar en lenguaje bíblico.

Pero es Juanito quien tiene razón. Se trata de saber sí el padre pasará la prueba, si se enfrentara como un hombre a la temible madre… y si también él, el padre, ha pasado o no por la iniciación esencial, por la herida, por el golpe contra la piedra.

Es tanto como decirles hasta qué punto este tema, bajo su forma más fundamental, la más mítica, es algo a lo que Juanito aspira con todo su ser.

Desgraciadamente, no es así. No basta con que Juanito dijera lo que dijo en el diálogo con su padre. Todo lo que mostró en ese momento es que se moría de un imperioso deseo de ver los celos del dios celoso, … o sea un padre que le tenga rencor y que lo castre. Pero no lo tiene y la situación resulta ser muy distinta. Enseguida les diré cómo podemos concebirla.

Si, por parte del padre, no hay un castrador, tenemos por el contrario cierto número de personajes que están en el lugar del castrador:

—El Scholosser [cerrajero] que empezó desatornillando la bañera y luego perfora,
—después otro, no estrictamente implicado en la función que se espera del padre, a quien el propio Juanito llama el instalador.

Como el padre real no desempeña demasiado bien todas sus funciones, hacen venir al deus ex machina, (en latín: “dios de la máquina” una persona o cosa que aparece o se introduce en una situación de forma repentina e inesperada y proporciona una solución artificial o artificiosa a una dificultad aparentemente insoluble), aparece entonces, el instalador, a quien Juanito le hace desarrollar una parte de las funciones del castrador requerido por el complejo de castración.

Hay que saber leer el texto. Nada puede ser más chocante que el último fantasma, el que cierra literalmente la cura y la observación.

Lo que el instalador viene a cambiar es el trasero de Juanito, su misma base. Ya han desmontado toda la barraca, pero no basta, tienen que cambiarle algo a Juanito. Aquí tenemos, sin duda, el esquema de simbolización fundamental del complejo de castración.

Se ve en la propia observación hasta qué punto el propio Freud se deja llevar por el esquema. aun cuando en el fantasma de Juanito no hay ningún indicio de que le reemplacen lo de delante, el padre fantasea y dice —Evidentemente, también te han dado otro pene.

Le desatornillan el trasero, le den otro y luego le dicen—Date la vuelta. Eso es todo, hay que tomar el texto tal como es. Ahí está la especificidad de la observación y lo que debe permitirnos comprender todo el conjunto.

Así es, si tras haber estado tan cerca la cosa no llegó más lejos, es que no podía ir más lejos, porque si hubiera ido más lejos no hubiera habido fobia, sino un complejo de Edipo y de castración normal.

Y no hubiera habido necesidad de tantas complicaciones, ni de la fobia, ni del síntoma, ni del análisis, para llegar a un punto que no es forzosamente lo estipulado, lo típico.

Función del padre en Juanito.

Esto es lo que nos sitúa de forma aproximada la función del padre en este caso. Está ahí, indiscutiblemente, actuando, y resulta útil en el análisis. Pero al mismo tiempo, está ahí en funciones predeterminadas por el conjunto de la situación, manifiestamente incompatibles con la función eficaz del padre castrador.

Si hay castración, es en la medida en que el complejo de Edipo es castración.

Pero la castración, no en vano se ha visto, y de forma tenebrosa, que tiene tanta relación con la madre como con el padre. La castración materna —lo vemos en la descripción de la situación primitiva —implica para el niño la posibilidad de la devoración y del mordisco. Hay anterioridad de la castración materna, y la castración paterna es un sustituto suyo.

Esta última no es tal vez menos terrible, pero es sin duda más favorable que la otra, porque es susceptible de desarrollos, lo cual no ocurre con el engullimiento y la devoración por parte de la madre.

Del lado del padre, existe la posibilidad de un desarrollo dialéctico. Es posible una rivalidad con el padre, es posible un asesinato del padre, es posible una emasculación del padre. Por este lado el complejo de castración es fecundo en el Edipo, mientras que no lo es del lado de la madre. Y ello por una simple razón, que es imposible emascular a la madre, porque no hay nada que se pueda emascular.

Caso de Juanito (continuación)

Volvamos al punto donde habíamos dejado a Juanito. Lo tenemos pues en una encrucijada.

Ya vemos dibujarse el modo de suplencia que le permitirá superar la situación primitiva, dominada por la pura amenaza de devoración total por parte de la madre. Algo así se esboza en el fantasma de la bañera y el berbiquí.

Como todos los fantasmas de Juanito, es un inicio de articulación de la situación. Se produce, por así decirlo, un retorno al remitente, es decir, la madre, de la amenaza. Se desmantela a la madre y se llama al padre a desempeñar el papel del perforador.

¿De acuerdo con que línea se desarrollará luego la solución, o mejor dicho la suplencia, producida por Juanito?

Si la solución no es sino una suplencia, es porque de alguna forma se ve impotente para … conducir en una dirección que no lleve a un callejón sin salida el desarrollo dialéctico de la situación.

Hay que creer que llega a algo, porque hay un desarrollo. Se trata de comprenderlo, y comprenderlo en conjunto. Hoy sólo voy a poder indicárselo.

¿Por qué rodeo pasa todo el desarrollo desde mediados de abril?

Ana se introduce como un elemento cuya caída es posible y deseada.

Lo mismo ocurre con la mordedura de la madre, tomada como elemento instrumental, sustituto de la intervención castradora y desviada en lo que a su dirección se refiere, ya que no afecta al pene, sino a algo distinto, que desemboca en un cambio en el último fantasma.

Hay que creer que este cambio tiene ya por sí mismo cierto grado de suficiencia, en todo caso de suficiencia en cuanto a la reducción de la fobia.

Al final, Juanito cambia. Esto es lo que se consigue.

EL próximo día veremos todas las consecuencias que esto tiene, consecuencias capitales para el desarrollo de Juanito y que, además, son fascinantes.

Ana interviene en el juego. Es el otro término inasimilable de la situación. Todo el proceso de los fantasmas de Juan consiste en resituar este elemento intolerable de lo real en el registro imaginario en el que puede ser reintegrado. Este proceso se escande en etapas que nos esforzaremos por describir una a una.

 

 

 

 

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