Permutaciones. Clase 19 Seminario 4. Jacques Lacan

¡No te fugues de mí! La barraca que se larga. Sé un verdadero padre. La pinza.

Permutaciones.

Llegamos pues a lo que se desarrolla entre el 5 y el 6 de abril.

Hemos seguido la explicación que Juanito da a su padre, el 5 de abril, sobre fantasmas forjados por él, en los cuales expresa las ganas que tiene de trepar un poquito al coche que suelen descargar delante de caso.

A propósito de esto hemos insistido en la ambigüedad de la angustia a la que Juan da forma en este fantasma. Puede parecer que la angustia surge ante la simple perspectiva del temor de la separación, pero como hemos señalado, lo que Juan teme no es tanto ser separado de su madre, pues a una pregunta de su padre, el mismo precisa que esta seguro, casi demasiado seguro, de poder volver.

El 9 de abril por la tarde surge el por el caballo [wegen dem Pferd], cuando Juan revela un momento que le parece significativo en la forma como pilló la tontería. No es casual, ya lo saben ustedes, si en las retrospecciones de la memoria el momento en que Juan pilla la tontería está lejos de ser preciso [unívoco]. Cada vez que lo dice, lo hace con la misma convicción—Pillé la tontería.

Todo se basa en esto, porque no se trata sino de una retrospección simbólica, vinculada con la significación, presente en todo momento, de la plurivalencia significante del caballo.

Hay por lo menos dos momentos que ya conocemos en los que Juan dice —Pillé la tontería.

—Esta el momento en que hace surgir este por el caballo [wegen dem Pferd] que me permitió concluir mi última lección, pero a costa de algún salto, sin tiempo para indicarles el contexto donde aparece esta metonimia manifiesta. Metonimia que es correlativa de la historia de la caída de Fritz cuando están jugando a los caballos en el campo, en Ómunden.

— En otra ocasión dice —Pillé la tontería cuando salí con mamá. El propio texto indica lo paradójico de esta explicación, pues si no se ha despegado de mamá en todo el ala, es porque a ella le ha tocado cargar con su angustia intensiva. De modo que ya había empezado a estar angustiado, y aún diré más —en el contexto del acompañamiento, la fobia de los caballos ya se había declarado.

He aquí en que estamos, por una parte, en el texto de Freud y por otra parte en un principio de desciframiento.

Todo esto se refiere a cosas que Juan ha pensado, ha elucubrado. No se trata en ningún caso de un sueño. Él siempre le dice a su padre — He pensado, tal cosa.

Reconocemos aquí la materia misma sobre la cual estamos acostumbrados a trabajar cuando trabajamos con niños, la materia imaginaria, siempre rica en resonancias. Pero todas las resonancias imaginarias que podamos sondear, yo les muestro que no sustituyen a esa sucesión de estructuras cuya serie intentaré hoy completarles.

Dichas estructuras están marcadas todas ellas por el mismo rasgo ejemplara: la reunión tras estar separados, es decir el retorno.

Freud afirma que el retorno es fundamental en lo referente al objeto. El objeto, subraya Freud, sólo consigue constituirse en el desarrollo del sujeto bajo la forma del objeto vuelto a encontrar.

El alejamiento del objeto resulta necesario. Esta necesidad es, hablando con propiedad, correlativa de la dimensión simbólica. Pero si el objeto se aleja, es para que el sujeto lo vuelva a encontrar.

De esta verdad, la mitad siempre se elude, incluso se pierde, con la insistencia del psicoanálisis de hoy en acentuar la frustración, sin comprender que esta nunca es más que la primera etapa del retorno hacia el objeto, el cual para constituirse debe ser perdido y recobrado.

Recordemos que está en juego en la historia de Juanito.

Para Freud no se trata de ninguna otra cosa más que del complejo de Edipo, drama que aporta una dimensión nueva, necesaria para la constitución de un mundo humano pleno y, en particular, para la constitución del objeto.

Esta, lejos de ser correlativa de una maduración instintual pretendidamente genital, depende de la adquisición de determinada dimensión simbólica.

¿Cuál?

Puedo designarla aquí directamente, dado el discurso que he sostenido y supongo que ustedes conocen.

Es algo que está en juego cada vez que nos enfrentamos con la aparición de una fobia, y en este caso es manifiesto (se trata de lo que, sea como sea), se le revela al niño como la privación fundamental con la que está marcada la imagen de la madre.

Esta privación es intolerable, porque, a fin de cuentas, de ella depende el hecho de que el niño aparezca como amenazado por la castración suprema, es decir, no poder colmar a la madre de ningún modo.

Y es a esta privación a lo que el padre debe aportar algo. Esta tan claro como el agua clara de la copulación —lo que no tiene, esa de ahí, que se lo de él —Por Dios, que se la meta. De esto se trata en el drama de Juanito, y se nos va revelando a medida que prosigue el diálogo.

Por fuerza ha de resultarnos chocante, sabiendo cuales son por entonces sus ideas dominantes, con qué facilidad admite Freud que Juanito, aun habiendo vivido en la habitación de sus padres hasta la edad de cuatro años, no ha visto jamás ninguna clase de escena capaz inquietarle en cuanto a la naturaleza fundamental del coito. El padre lo afirma en sus escritos y Freud no lo discute —tal vez debía tener alguna idea al respecto, si la madre fue paciente suya.

En un momento de esta escena fundamental, su diálogo con el padre, Juanito le dice de alguna manera —Ten celos [Has de eifern].

[parafraseando la expresión está podría traducirse como] Has de ser un padre, has de estar enfadado conmigo, todo esto tiene que ser verdad.

Antes de que Juan llegue decir esto, habrá llovido mucho, necesitara algún tiempo para alcanzar este momento.

Por otra parte, preguntémonos a continuación si, durante la crisis, Juanito puede estar satisfecho en este punto.

Dicho de otra manera, aunque Juanito lanza su llamada tan imperiosa a ese padre real, no hay ninguna razón para que lo haga surgir realmente.

Si Juanito llega a una solución feliz de la crisis en la que habla entrado, vale la pena preguntarnos si podemos considerar que al terminar la crisis nos encontramos al final de un complejo de Edipo completamente normal. La posición genital alcanzada por Juanito, ¿basta por sí sola para asegurar que su relación con la mujer será en el futuro todo lo que uno pueda imaginar cómo más deseable?

La cuestión queda abierta. Y no sólo queda abierta, sino que podemos hacer ya muchas observaciones al respecto. Si bien Juanito está destinado a la heterosexualidad, ello no es tal vez garantía suficiente para pensar que así ya queda asegurada en su caso una plena constancia como más deseable.

Traducir correctamente.

Estar atento al significante quiere decir en primer lugar saber leer. Esta es la condición previa para saber traducir correctamente.

Con el padre.

Estamos pues con el padre. Ya casi hemos inscrito en este esquema el lugar que deberla ocupar, pues por medio de él, a través suyo, a través de la identificación con él, es como Juanito debería encontrar la vía normal de ese circuito más largo por el cual ya es hora de que pase. Tanto es así, que lo confirma lo que viene a redoblar la célebre consulta del 30 de marzo.

Se trata de la consulta en caso de Freud, a donde Juanito ha ido acompañado por su padre. Para mí, es la ilustración de esa … triplicación de la función paterna en la que insisto como esencial para toda comprensión tanto del Edipo como propiamente de un tratamiento analítico, en la medida en que hace intervenir al nombre del padre.

El padre conduce a Juanito Freud que representa al superpadre, al padre simbólico.

Cuando Freud, no sin que el mismo lo indique con cierto humor, profetiza y aborda de entrada el esquema del Edipo, Juanito lo escucha con un interés divertido, del estilo —¿Cómo puede saber todo ese? Pero si el Profesor no es el confidente de Dios…

Este intercambio verdaderamente humorístico que sostiene, a lo largo de toda la observación, la relación de Juanito con ese padre lejano que es Freud, es ejemplar y al mismo tiempo señala la necesidad de esta dimensión trascendente, y sería una equivocación encarnarla siempre con un estilo de terror y de respeto.

Una observación, reportada el lunes 30 de marzo.

Pero paralelamente, como les dije, ocurren otras cosas que tienen mucha más importancia para el progreso de Juanito.

Primer fantasma.

La visita casa de la abuela, el día anterior, se complico con un paseo a Schonbrunn… Se trata de una cuerda, que le había hecho preguntar a Juanito, en el jardín de Schonbrunn. —¿Por qué está ahí esa cuerda? … —Es para que no pisen el césped, dice el padre. – ¿Porqué no se puede pasar? —Lo niños educados, responde el padre, no pasan por debajo de las cuerdas, sobre todo si están para indicar que no se las debe atravesar.

Juan responde con este fantasma —Entonces hagamos la transgresión juntos. Este juntos es lo importante.

No cabe la menor duda sobre la importancia de este fantasma, considerada en su contexto. Se trata de introducirse en el ámbito del padre y hacer algo a consecuencia de lo cual los trincan a los dos, …

Todas las elaboraciones sucesivas de Juanito le sirven para aproximarse a ese objetivo, al mismo tiempo deseado e imposible.

Segundo fantasma.

He aquí ahora el segundo fantasma, que está ahí como para que no podamos ignorar la función recíproca de los dos circuitos, el pequeño, el circuito materno, y el grande, el circuito paterno.

El fantasma se acerca todavía más al objetivo.

Volviendo de casa de Freud, esa noche, Juanito se entrega nuevamente a una transgresión
—reconoce haber pensado por la mañana que estaba con su padre en el tren y juntos rompían un cristal. Este es también el mejor significante que pueda haber como significante de una ruptura hacia el exterior. En este caso igualmente, el agente de policía se los lleva a los dos juntos, … Es de nuevo el punto más extremo, terminal, del fantasma.

El 2 de abril, o sea tres días después de esta observación, primera mejoría, que sospechamos un poco amañada por el padre, puesto que el mismo se corrige dirigiéndose a Freud —Tal vez esta mejoría no haya sido tan marcada como le dije.

De todos modos, hay una especie de despegue —ese día Juanito empieza declarando que puede dar unos pasos más frente a la puerta cochera.

¿Cómo concebir que Juanito haya necesitado pasar a un círculo más vasto?

Ya se lo he dicho —todo se debe al obstáculo que surge en las relaciones de Juan con su madre. Lo encontramos indicado constantemente. Su inserción en el mundo, era su madre quien la había sostenido hasta entonces.

La crisis que conocerá entonces el niño, podemos encontrar su traducción, al pie de la letra, en esa angustia que le impide a Juanito irse más allá de determinado círculo, a la vista de su casa.

En el momento en que se encuentra Juanito, la cuestión es, como lo expresa ese fantasma en el que él va montado en coche, que toda la casa se vaya, que toda la barraca se largue. Se trata esencialmente de la casa.

La casa es lo que está en juego en cuanto Juanito comprende que esa madre puede faltarle y el sigue siéndole totalmente solidario. Lo que teme, no es tanto que le separen de ella, sino que se lo lleven con ella Dios sabe dónde. Este elemento, lo vemos surgir a cada momento en la observación —en la medida en que es solidario de la madre, ya no sabe dónde está.

En cierto momento, cuando Juanito va a buscar a su padre a la cama y le indica que cuando está ausente teme que no vuelva a casa. ¿Alguna vez te he amenazado con irme? pregunta el padre. —Nadie me ha dicho que vayas a irte, mamá me dijo un día que ella se iría. Y el padre, para calafatear el abismo, le dice —Te lo dijo porque te portabas mal.

Así es, se ve lo que esta en juego en todo momento.

Sin llevar más lejos una investigación de carácter policial, digamos que para Juanito se trata de lo que cuestiona la solidaridad de la pareja de sus padres, … En eso reside la angustia de que se lo lleven a la barraca materna, bastante presente desde el primer fantasma.

Si el caballo tiene aquí la propiedad de representar la calda que amenaza a Juanito, por otra parte, está el peligro expresado mediante la mordedura del caballo.

Esta mordedura que empieza a temer en el momento en que se abre la crisis, al no poder ya, manifiestamente, satisfacer a su madre, ¿es eso una retorsión [retaliación]? Se puede querer encontrar ahí eso que se explota de forma confusa en la idea del retorno del impulso sádico, tan importante, como ustedes saben, entre los temas kleinianos.

La madre, insatisfecha e insoportablemente privada, puede morderlo igualmente.

El peligro se ha hecho cada vez más amenazador por su propia privación, y no hay ya por donde cogerlo, puesto que él no puede morder de la misma forma.

Lo cierto es que el caballo representa a la vez caer y morder, estas son sus dos propiedades. Se lo indico porque en el primer circuito el elemento de la mordedura lo vemos tan solo, de alguna manera, eludido.

La sucesión de las permutaciones.

El mito a nivel individual se distingue por toda clase de características de la mitología desarrollada.

Esta se encuentra en la basa de todo equilibrio social en el mundo, como es patente allí donde los mitos están presentes con su función. Pero incluso cuando están aparentemente ausentes, como sucede en nuestra civilización científica, no crean ustedes que no están en alguna parte.

Por otra parte, … tienen una característica común —la función de solución en una situación de callejón sin salida, como la de Juanito entre su padre y su madre.

El mito individual reproduce a pequeña escala este carácter profundo del desarrollo mítico, siempre que podemos comprenderlo lo suficiente.

En suma, consiste en enfrentarse con una situación imposible mediante la articulación sucesiva de todas las formas de imposibilidad de la solución.

En este sentido la creación mítica responde a una pregunta.

Recorre el círculo completo de lo que se presenta al mismo tiempo como una posible apertura y como una abertura imposible, impracticable.

Al terminar el circuito, se ha realizado algo que significa que el sujeto se ha situado al nivel de la pregunta [¿Qué es la mujer?] En esto Juan es un neurótico y no un perverso.

Sitúa la pregunta precisamente donde esta, es decir, donde algo falta. Y entonces pregunta dónde esta la razón, … de esta falta de ser,

Y como cualquier espíritu colectivo de la tribu primitiva, se comportará con el rigor que ya sabemos y recorrerá el ciclo de todas las soluciones posibles, con una batería de significantes escogidos.

No lo olviden, el significante no está ahí para representar la significación sino más bien para completar las hiancias [brechas, distancias] de una significación que no significa nada. Porque la significación está literalmente perdida, porque el hilo se ha perdido, como en el cuento de Pulgarcito, los guijarros del significante surgen para colmar ese agujero y ese vacío.

De estos fantasmas, les di la última vez tres ejemplos —el fantasma del coche frente al muelle de carga, el del descenso fallido del tren en Gmunden, finalmente el de la partida con la abuela y el retorno hacia el padre, a pesar de su evidente imposibilidad.

Secuencia de otros fantasmas.

Ahora pondremos en serie una secuencia de otros fantasmas que ilustran lo que les estoy diciendo, porque si sabemos leerlos, cubren y modifican la permutación de los elementos.

Este fantasma es el siguiente, Juanito está en la bañera.

Entonces entra alguien que de alguna forma es el tercero esperado, el cerrajero [Schlosser], que desatornilla la bañera y luego, con su berbiquí, Bohrer —Freud introduce en una nota la posibilidad de un equívoco con haber nacido, geboren, sin resolverlo—, perfora el vientre de Juanito.

Con los métodos habituales de interpretación que empleamos, enseguida tratan de forzar las cosas, y Dios sabe todo lo que se puede llegar a decir de este fantasma.

Por su parte, el padre no deja de ponerlo en relación con la escena que se produce habitualmente en la cama de la madre, a saber, que Juanito expulsa al padre y, de alguna forma, lo reemplaza, y luego es objeto de alguna agresión por parte del padre, salvo cuando lo es por parte de la madre.

No es que esto sea un completo error, pero para permanecer estrictamente en el plano donde se sitúan las cosas, digamos que si la bañera responde a [Wagen] —eso con lo que Juanito mantiene una relación de solidaridad, que trata de superar, …

Igualmente debemos tener en cuenta que, por otra parte, en su fantasma, perforan a Juanito a la altura del vientre.

Así es, podemos concebir que en el sistema de las permutaciones es el quien acaba asumiendo personalmente el agujero de la madre, o sea el abismo, el punto crucial, el punto último en cuestión, la cosa que no se puede mirar, que flota en forma de una negrura siempre inaprehansible delante de la figura del caballo, precisamente donde muerde, la cosa dentro de la cual no se debía mirar.

En el fantasma de la bañera, Juanito… asume el agujero, es decir, la posición materna. Tenemos aquí el complejo de Edipo invertido, el cual, como nos muestra la perspectiva del significante, es necesario porque no es más que una fase del complejo de Edipo positivo.

¿Qué ocurre luego?

Con uno de los fantasmas posteriores al 22 de abril, volvemos a otra posición, que es la de la vagoneta. Juanito, perfectamente reconocible bajo la forma de un pilluelo, va montado en la vagoneta donde le han dejado desnudo toda una noche, y es algo muy ambigüo, a la vez un deseo y un temor.

Esto está estrictamente vinculado con el momento inmediatamente anterior, cuando le dice a su padre, en ese diálogo que como les he indicado es capital —Estabas ahí como un todo desnudo, …

[En un artículo] Robert Fliess subraya en este sentido el carácter tajante del vocabulario del niño, como si de golpe el espíritu bíblico lo poseyera, y eso desconcierta a todo el mundo, tanto, que se precipitan a colmar el agujero poniendo entre paréntesis —Quiere decir: descalzo.

Fliess observa con gran pertinencia que el estilo del término es destacable y que esto se inscribe claramente como una continuación de aquel momento en que, una vez más, habla invocado a su padre —Haz tu trabajo. Al fin y al cabo, si no hay forma de ver cómo se satisface la madre, al menos que este satisfecha, tienes que hacerlo, ha de ser verdad.

Precisamente después de dar a luz esta fórmula, que nos muestra claramente que es convocado en la realidad, …

El fantasma del instalador.

Otro fantasma, el 2 de mayo, que parece ser el último de la historia, la cima, el final de línea, con el que Juanito termina. Esta vez se trata, no ya del cerrajero, sino del fontanero, el instalador [der Installateur], que viene con sus tenazas, acentuando así el carácter de desatornillamiento.

Completo el último fantasma. El instalador le dice luego a Juanito —Date la vuelta y enséname tu Pipi [Wiwi], realidad insuficiente que no consiguió seducir a la madre.

Aquí todo el mundo completa la interpretación diciendo que el instalador se lo ha desatornillado para darle uno mejor. Por desgracia, eso no está en el texto. Nada indica que al final Juanito haya cumplido completamente el recorrido significante del complejo de castración.

Si el complejo de castración es algo, es esto —en alguna parte no hay pene, pero el padre es capaz de dar otro.

Aún diremos más— en la medida en que el paso al orden simbólico es necesario, hasta cierto punto siempre es necesario que el pene haya sido retirado y luego devuelto.

Naturalmente, nunca puede ser devuelto, porque todo lo que es simbólico es, por definición, perfectamente incapaz de devolverlo. Ahí reside el drama del complejo de castración —el pene es retirado y devuelto sólo simbólicamente.

Pero en un caso como este, vemos que el pene es retirado simbólicamente y no es devuelto. Por lo tanto, se trata de saber en qué medida le puede bastar a Juanito con el recorrido que ha hecho.

Puede decirse que es equivalente desde el punto de vista del examen, que Juan ha recorrido un circuito suplementario y que el sólo hecho de que sea un ciclo o un circuito, basta para cumplir el rito de pasaje y para darle un valor igual que si se hubiera terminado por completo. Al menos la pregunta se plantea.

De todos modos, como podemos hacer progresar nuestra comprensión de las formaciones sintomáticas no es fuera del terreno estricto del análisis del significante.

Antes de dejarles, como siempre procuro acabar con algo que les divierta, trataré de mostrárselos con una última observación.

Una divertida observación.

¿Que son las tenazas?

¿De dónde viene?

Resulta que he visto que antiguamente esos dientes enormes con los que un caballo puede morderle un dedo a Juanito, se llamaban en todas las lenguas pinzas.

Y, además, la parte delantera de la pezuña del caballo, se llamaba también una pinza.

Les diré más —en griego, (escritura en griego) tiene exactamente el mismo sentido. Esto lo he encontrado … por casualidad, en el prólogo de la obra Las Fenicias, de Eurípides.

Yocasta, antes de contar la historia de Antígona, da un detalle muy curioso sobre lo que sucede en el momento de la muerte de Layo… Los dos iban a Delfos, se encontraron en la encrucijada, entonces se desencadena la dispute por la prioridad entre uno, que va en carro, y el otro, que va a pie. Se las tienen, llegan a las manos, y el más fuerte, Edipo, pasa delante.

Entonces, Yocasta tiene cuidado de advertir —detalle que no he encontrado en ninguna otra parte— que si la disputa se reanudó es porque uno de los corceles habla golpeado con su pezuña, (escritura en griego), el talón de Edipo.

Así, para que Edipo cumpliera su destino, …. Ha de tener en el pie esa herida hecha precisamente por la pezuña de un caballo —pezuña que se llama en griego, como en alemán, como en francés, pinza, porque (escritura en griego) designa tanto una pinza como las tenazas.

Esta observación está destinada a mostrarles que no exagero cuando les digo que, en la sucesión de las construcciones fantasmáticas de Juanito, siempre da vueltas el mismo material.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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