Circuitos. Clase 18 Seminario 4. Jacques Lacan

¿Por qué el caballo? Del caballo al ferrocarril. Las idas y vueltas de Juanito. Wegen y Wagen.

El deseo de otra cosa.

Si tuviera que recordarles el carácter constitutivo de la incidencia de lo simbólico en el deseo humano, me parece que, a falta de una adecuada acomodación en la experiencia más común y cotidiana, un ejemplo impactante podía encontrarse en la siguiente fórmula, que, en su inmediatez y omnipresencia, a nadie puede pasarle desapercibida.

Se trata de la formulación de aquel deseo que es tal vez el más profundo de todos los deseos humanos, en todo caso el más constante, deseo difícil de ignorar en algún momento decisivo de nuestra vida, la de cada cual, y en todo caso de la vida de quienes merecen nuestra mayor atención, quienes están atormentados por algún malestar subjetivo. Este deseo se llama, digámoslo de una vez, el deseo de otra cosa.

El deseo de otra cosa, ¿qué puede querer decir en términos de coaptación instintual? ¿Qué puede significar en el registro de la relación de objeto, …

Si la relación de objeto se remite a un objeto típico y de alguna forma preformado, ¿de donde puede venir el deseo de otra cosa?

Lo que acabo de decirles no carece de relación con mi tema, o sea con Juanito.

El caso de Juanito.

¿Qué tratamos de detectar hasta ahora en esta fomentación mítica que es la característica esencial de la observación de Juanito?

Lo que llamo la fomentación mítica, son los distintos elementos significantes, tan ambiguos como les he demostrado que son cada uno de ellos, hechos para poder recubrir casi cualquier significado, pero no todos los significados a la vez.

Cuando uno de los significantes cubre determinado elemento del significado, el resto de los elementos significantes en cuestión cubren otros distintos.

Dicho de otra manera, la constelación significante opera por medio de lo que podemos llamar un sistema de transformaciones, es decir, un movimiento de rotación que, examinado en detalle, cubre en cada momento el significado de una forma distinta y, al mismo tiempo, parece ejercer sobre él una acción profundamente transformadora.

¿Porqué?
¿Cómo concebir la función dinámica …  que tiene al significante como instrumento y, como fin o como resultado, una reorientación del significado, su repolarización o una reconstrucción tras una crisis?

Así es, si nos interesamos en la fomentación mítica en el niño o, por decirlo con una expresión más corriente, aunque menos adecuada, que significa exactamente lo mismo, las teorías infantiles de la sexualidad, es porque no son algo superfluo, un sueño inconsistente, sino que contienen en sí mismas un elemento dinámico.

De esto se trata en la observación de Juanito, de otro modo no tendría ningún sentido.

Esta función del significante, tenemos que abordaría sin ideas preconcebidas y basándonos en esta observación, porque es más ejemplar que otras…

La observación de Juanito, en su frescura, conserva todavía todo su poder de revelación, casi diría todo su poder explosivo.

A lo largo de esta compleja evolución, el diálogo con el padre en el que esta enzarzado Juanito juega un papel inseparable del progreso de esa fomentación mítica.

Ante cada una de las intervenciones del padre, la fomentación mítica, de alguna forma estimulada, se reanima, se pone a replicar y luego vegeta otra vez. Pero como Freud subraya expresamente, tiene sus leyes, sus necesidades propias.

Lo que nos aporta Juan no es siempre, ni mucho menos, lo que esperábamos. Hace aportaciones sorprendentes, que el padre en todo caso ni se espera, aunque Freud nos indica que el sí las había previsto, pero también hace aportaciones más allá de lo que el propio Freud podía prever, porque Freud no disimula que muchos elementos permanecen aún sin explicación, a veces sin interpretación.

En cuanto a nosotros, ¿tenemos necesidad de que todos sean interpretados?

A veces, podemos llevar un poco más lejos la interpretación hecha en colaboración por el padre y Freud. Pero lo que aquí tratamos de hacer es reconstituir las leyes propias de la gravitación, o de la coherencia, de ese significante aparentemente agrupado alrededor del caballo.

Freud nos lo dice expresamente, podríamos tener la tentación de calificar a la fobia por su objeto, en este caso el caballo, si no nos diéramos cuenta de que el caballo va mucho más allá del propio caballo.

Se trata mucho más de una figura heráldica, que predomina, que centra todo el campo y está cargada de toda clase de implicaciones —ante todo implicaciones significantes.

Se requiere cierto número de puntos de referencia para indicar lo que a continuación será el progreso de nuestro camino.

No estamos abordando nada nuevo, porque el propio Freud lo articula de la forma más expresa.

Este pasaje se sitúa tras el primer diálogo con el padre, cuando Juanito empieza a extraer de la fobia lo que llamo sus implicaciones significantes.

Lo que Juan es capaz de construir a su alrededor está cargado de todo un aspecto mítico, incluso novelesco, ya que esta fantasmatización no concierne sólo al pasado, sino también a lo que le gustaría hacer con el caballo y en relación con el caballo.

Sin duda, esto modula su angustia y la acompaña, pero también tiene su propia fuerza de construcción.

Tras la conversación de Juanito con su padre, de la que luego volveremos a ocuparnos, Freud indica en otro momento que la fobia adquiere entonces mayor ímpetu, se desarrolla y muestra sus diversas fases.

Y escribe —Aquí experimentamos lo difusa que es en realidad esta fobia. Se refiere al caballo, pero también al coche, así como al hecho de que los caballos se caigan, o que muerdan, caballos de determinada naturaleza, coches cargados o descargados— y patatín patatán, este es el tono que emplea Freud.

Digamos sencillamente que todas estas particularidades dan en la clave, porque la angustia no tiene absolutamente nada que ver con los caballos, sino que secundariamente se ha trasladado a ellos y se ha fiado en el lugar —no del caballo, sino del complejo del caballo, más exactamente —en los elementos del complejo de los caballos, a los que se ha podido trasladar por lo tanto todo lo que se mostrará adecuado a determinadas transferencias.

Así que esta formulado en Freud de la forma más expresa —tenemos ahí dos polos. El polo principal es el de un significante que servirá de soporte para toda una serie de transformaciones, o sea para una reorganización del significado de acuerdo con todas las permutaciones posibles del significante.

En principio —podemos suponerlo como hipótesis de trabajo, pues concuerda con todo lo que exige nuestra experiencia —el significado será al final distinto de lo que era al comienzo. Algo le habrá pasado al significado.

En virtud del significante, el campo del significado se reorganizará o se extenderá de una forma cualquiera.

¿Por qué el caballo?

Aquí podemos hacer filigranas. El caballo es un tema más bien rico en la mitología, las leyendas, los cuentos de hadas, en lo más constante, incluso lo más opaco de la temática onírica.

El acento que trato de dar aquí y que siempre y en todas partes se omite, es distinto —yo subrayo que, en un momento crítico de la evolución de Juanito, interviene determinado significante con un papel polarizador, recristalizador. Esto, sin duda, de forma patológica pero no menos constituyente. Desde ese momento el caballo se pone a puntuar el mundo exterior con señales. Les recuerdo que Freud, más tarde, refiriéndose a la fobia de Juanito, hablará de la función de señal del caballo.

Estas señales reestructuran para Juan el mundo, marcándolo profundamente con toda clase de límites, la propiedad y función de los cuales habremos de establecer seguidamente.

Una vez constituidos estos límites, se constituye al mismo tiempo la posibilidad, por el fantasma o el deseo, ya lo veremos, de una transgresión de dicho límite, a la vez que la posibilidad de un obstáculo, de una inhibición que detiene al sujeto antes del límite. Todo esto se hace con ese elemento que es un significante, el caballo.

La vía para comprender la función del caballo no es la de buscar el equivalente del caballo —si es el propio Juanito, o la madre de Juanito, o el padre de Juanito. Es sucesivamente todo esto y muchas otras cosas.

Puede ser todo esto, puede ser cualquiera de estas cosas, porque Juanito hace lo que llamaré ensayos sucesivos para aplicar a su mundo el sistema significante coherente con el caballo con el fin de reestructurarlo, y en la curva de estos ensayos, el caballo va recubriendo sucesivamente determinados elementos de entre los componentes principales de su mundo en particular su padre, su madre, el mismo, Ana, su hermanita, sus compañeros, las niñas fantasmáticas y muchas otras cosas.

La función del caballo, cuando se introduce como punto central de la fobia, es la de ser un término nuevo cuya propiedad consiste ante todo precisamente en ser un significante oscuro.

Aquí está su función más profunda —juega el papel de una reja de arado, con la función de refundir nuevamente lo real.

Necesidad del caballo.

Podemos concebir su necesidad.

Hasta que surge el caballo, todo le iba muy bien a Juanito.

La aparición del caballo es secundaria. Sigue a la angustia. Freud lo subraya, el caballo entra en funciones poco después de aparecer la señal difusa de la angustia. Y siguiendo hasta el final el desarrollo de esta función, o sea todo lo que se hace con el caballo, es como llegaremos a comprendería.

Juanito se encuentra pues de repente en una situación descompensada. ¿Por qué?

Para decirlo de la forma más directa posible en los términos de referencia, los mismos que nos proporciona la observación, prosigue entre él y su madre ese juego engañoso y de seducción que hasta ahora había sido plenamente suficiente.

La relación de amor con la madre introduce al niño en la dinámica imaginaria a la que poco a poco se va iniciando. Casi diría, por introducir aquí la relación con el seno bajo una nueva perspectiva, quiero decir en el sentido de regazo, que se insinúa.

Ya hemos visto como se despliega en todo momento al principio de la observación el juego de Juan con el objeto oculto, en una especie de perpetuo velamiento y alzamiento del velo.

Ahora bien, en estas relaciones con la madre que hasta entonces se desarrollaban en base a este juego, en este diálogo alrededor de lo presente o lo ausente simbólico, se produce algo, que es la introducción de determinados elementos reales. Y de repente, para Juan se violan todas las reglas.

Resultan dos cosas:

—La primera es esta. En el momento en que Juanito se encuentra más en condiciones de responder, de mostrar al fin, y de verdad, … su pequeño pene, es rechazado. Su madre le dice literalmente que no solo esta prohibido, sino que es una, … marranada, algo repugnante. No pude pasarnos desapercibido aquí un elemento esencial.

—Por otra parte, Freud subraya que los efectos de la intervención despectiva no se producen enseguida, sino en forma de contragolpes. Así estas amenazas y bufidos no inciden inmediatamente, sino después de cierto tiempo.

Por otra parte, … también hay un elemento real de comparación. Juanito había conseguido, mediante elementos de comparación entre lo grande y lo pequeño, situar en su justa medida el carácter reducido, ínfimo, ridículamente insuficiente del órgano en cuestión. Este elemento real sobreañadido, disminuye la calidad [lastra], para él, hace tambalearse ya hasta los cimientos el edificio de las relaciones con su madre.

Añadan a esto —segundo elemento— la presencia de la pequeña Ana. De entrada, es captada bajo diversos aspectos, desde múltiples puntos de vista, de acuerdo con modos de asimilación muy diversos.

Pero cada vez más se convierte en la prueba de que, de algún modo, hay ahí muy presente otro elemento del juego, capaz de ser una amenaza para todo el edificio, los principios y las bases del propio juego, hasta convertiría a él posiblemente, dado el caso, en superfluo. Quienes tienen experiencia con niños saben que se trata de hechos de la experiencia común que el análisis del niño pone constantemente a nuestro alcance.

Lo que por ahora nos ocupa, es de que forma operará el significante en medio de todo esto. ¿Qué hay que hacer? Ir a los textos, saber leer y construir…

No se trata, como decimos en nuestro lenguaje ordinario, del símbolo de algo que este cogitando, sino de otra cosa muy distinta —son leyes en las que se manifiesta la estructuración, no de lo real, sino de lo simbólico, y que interactúan entre ellas.

Operan, por así decirlo, por sí solas de forma autónoma, o al menos por un tiempo nos conviene considerarlas así, para ver si en efecto esta operación de reorganización o de reestructuración es lo que opera en este caso.

Ahora voy a ilustrarlo.

El 22 de marzo, como todos los domingos —punto esencial—, el padre ha llevado a su Juanito a Lainz a ver a la abuela. Representemos los lugares.

El punto esencial a tener en cuenta es que aquí interviene el complejo tráfico [Verkehrskomplex]. El propio Freud nos lo indica —es natural, dice, tal como están las cosas, que lo relaciónado con los caballos y todo lo que estos hagan, se extienda mucho más allá dentro del sistema de los transportes.

En otras palabras, en el horizonte trazado por los circuitos del caballo, están los circuitos del ferrocarril.

Esto es tan cierto y evidente, que la primera explicación que le da Juan a su padre cuando le confía los detalles de la vivencia de su fobia está relacionada con la presencia, enfrente de su casa, de un patio y una avenida muy ancha. Se comprende porque atravesarlos es para Juanito todo un desafío. Delante de la casa, las vagonetas arrastradas vienen a cargar y a descargar, se alinean a lo largo de una rampa de descarga.

Así, desde la primera ocasión en que Juanito empieza a explicarse un poco sobre su fobia al caballo, queda indicada con la mayor claridad la tangencia del sistema circuito del caballo respecto del sistema circuito del ferrocarril.

¿Qué dice Juanito el 5 de abril?

Que algo que le gustaría con locura sería trepar al coche, donde ha visto a los chicos jugar encima de los sacos y los paquetes. Pasaría de prisa [geschwind], y podría alcanzar la pasarela, o sea la rampa de carga.

¿De qué tiene miedo?

De que los caballos se pongan en marcha, impidiéndole hacer todo eso rápidamente y luego, enseguida, bajarse.

El padre, por su parte, esta interesado y le pregunta a Juanito por que tiene miedo —¿Será tal vez porque no podrías volver? —Oh, no, ¡qué va!, dice Juanito, sé muy bien donde vivo, siempre podría decirlo y me traerían de vuelta. Hasta puede que viniera con el coche.  No hay problema

Juanito sabe muy bien que siempre volverá a su punto de partida. Si tuviéramos un poquito de entenderas, podríamos decir que tal vez esta es la cuestión, o sea que en efecto, haga lo que haga, no hay manera de salir. Simple indicación que les hago de paso. Limitarnos a eso sería tal demostrar demasiada sutileza y no el suficiente rigor.

Mas bien debemos advertir que en la observación hay situaciones que por fuerza se han de comparar con esta. Debemos fijarnos, porque ahora vemos claro que eso es precisamente la fenomenología misma de la fobia. Vemos la completa ambigüedad entre lo deseado y lo temido.

Podríamos creer que lo que angustia a Juanito es el hecho de irse y de ser arrastrado, pero de acuerdo con su propio testimonio, con el hecho de partir no es bastante, porque él sabe de sobra que uno siempre vuelve. En consecuencia, ¿qué puede significar que en cierta forma quiera ir más allá?

Sin duda, podemos aceptar provisionalmente esta fórmula, quiere ir más allá, en una especie de construcción mínima.

Si todo su sistema anda algo trastornado es porque ya no se respetan las reglas del juego, Juanito puede sentirse pura y simplemente atrapado en una situación insostenible —el elemento más insostenible de la situación es no saber ya donde situarse el mismo.

Otros elementos u otros fantasmas.

Examinare ahora otros elementos que de alguna forma reproducen lo que indica el fantasma del temor fóbico.

Primer fantasma. Juanito va a marcharse con los caballos, la pasarela de descarga se alejará y luego el volverá a reunirse con su madre, algo demasiado deseado o demasiado temido, ¿quién sabe?

No puede pasar desapercibida la relación que hay entre esa ida y vuelta implacable hacia la madre.

Lo que vemos aparecer aquí como en filigrana es el esquema fundamental que, como les he dicho, es el de todo progreso mítico —se parte de un imposible, de un obstáculo, para llegar a otro obstáculo y a otra imposibilidad.

En el primer caso, es imposible librarse de esa madre, siempre se acaba volviendo a ella, no me digas que si estoy ansioso es porque ella no está.

En el segundo caso, la idea es que no hay más que hacer una permutación e irse con el padre.

El propio Juan lo pensaba —tanto es así, que se lo escribió al Profesor, el mejor uso que pueda uno hacer de los propios pensamientos. Pero en el texto del mito se revela que es imposible, que en alguna parte siempre hay algún hiato.

El esquema del enganche.

La cosa no se limita a esto. Los mismos elementos de este esquema nos permiten equipararlos con el esquema del enganche.

¿Con quién está uno enganchado?

Este es seguramente uno de los elementos primeros de la aparición de la elección del significante caballo, o de su empleo.

El mismo se ocupa de mostrarnos su origen cuando nos dice en que momento cree haber pillado la tontería.

Juan estaba jugando a los caballos, y entonces ocurrió algo de gran importancia para proporcionar el primer modelo del fantasma de la herida, que luego se manifestará a propósito de su padre, pero primero fue extraído de lo real, precisamente en uno de esos juegos, cuando su amigo Fritz se hirió en un pie.

A una pregunta, Juanito responde que el caballo puede ir sin coche [ohn Wagen], (y en este caso el coche permanece en casa, o por el contrario el caballo puede ir enganchado a un coche)

El propio Juanito articula que el caballo es en primer lugar y, ante todo, un elemento hecho para ser enganchado, amovible, acoplable.

Este carácter de intermediario, que liga [amboceptor] que encontramos en todo momento en el funcionamiento del caballo, está presente en la experiencia misma de donde lo ha extraído Juanito.

El caballo, antes de ser un caballo, es un elemento que une y coordina, y precisamente en esta función de mediación lo encontramos a lo largo de todo el desarrollo del mito.

Pro si fuera necesario para fundamentar lo que confirmará completamente el desarrollo que luego haré de la función del significante, el propio Juanito nos lo indica expresamente, se trata de ir en esta dirección, la de la coordinación gramatical del significante.

Así es, en el mismo momento en que articula esto a propósito del caballo, el propio Juan dice: —Entonces fue cuando pille la tontería, … El verbo Kriegen, pillar empleado en todo momento a propósito de la tontería, se dice a propósito de pillar a niños —como se dice literalmente que una mujer pilla a un niño.

Esto no paso desapercibido a los autores, o sea el padre y Freud. Juanito dice siempre —wegen dem Pferd, esta es su cantinela, “a causa del caballo”, pille la tontería.

Ahí Freud no puede equivocarse y reconoce que puede hacerse una asociación de palabras entre wegem [porque] y Wagen [coche], … Así es como funciona el inconsciente.

El ohne Wagen [sin coche], de líneas más arriba viene a ser un sin porque.

En otras palabras, el caballo arrastra el coche de la misma forma que Juanito que arrastra palabra wegem [porque].

Por lo tanto, no es abusivo decir que precisamente cuando Juanito está expuesto a algo que ni siquiera es un por qué (pues más allá del punto hasta donde se respetan las reglas del juego, sólo hay trastorno, falta de ser, falta de por qué) va arrastrando un porque que no responde a nada, con algo que es precisamente esa X pura y simple que es el caballo.

En otras palabras, en el nacimiento de la fobia, en el mismo punto donde surge, nos hallamos ante el proceso típico de la “metonimia”, … Si el término “por el caballo” [dem Pferd] adquiere su valor articulatorio y asume todas las esperanzas de solución, es porque este es el término siguiente al que “porque” [wegen] transfiere todo su peso, el cual queda así velado.

La hiancia [brecha, distancia, abertura] de la situación de Juanito está completamente vinculada con esta transferencia de peso gramatical.

Las asociaciones concretas

A fin de cuentas, aquí volvemos a estar en las asociaciones concretas, no imaginadas en no se qué hiperespacio psicológico, y las hay de dos clases

en primer lugar, la asociación metafórica, que responde a una palabra con otra que puede sustituirla,
—en segundo lugar, la asociación metonímica, que responde a una palabra con la siguiente palabra que pueda haber en una frase, desplazándola.

Estas dos clases de respuestas, las ven ustedes en la experiencia psicológica.

Lo llaman asociaciones porque pretenden que ocurra en algún lugar en las neuronas cerebrales. Yo, de eso no sé nada. Como analista al menos, no quiero saber nada.

Estos dos tipos de asociaciones que se llaman la metáfora y la metonimia, las encuentro donde están, en el texto de ese baño de lenguaje donde Juanito está sumergido.

Ahí es donde encontró él la metonimia original aportada por el caballo, primer término alrededor del cual se reconstituirá todo su sistema.

 

 

 

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