Del “Proyecto” a la “Traumdeutung”. Clase 10. Seminario 2. Jacques Lacan

La entropía al pie de la letra. Todo siempre está ahí. Sueño y síntoma. 

Es ley fundamental de toda sana crítica el aplicar a una obra los mismos principios que ella da a su construcción.

Es, por tanto, una ley de aplicación completamente general la que nos impulsa a leer a Freud tratando de aplicar a su propia obra las reglas de comprensión  y  entendimiento que ella explicita.

Hace tres seminarios comencé a introducirles en la compresión, con Mas allá del principio del placer, de esa X llamada, según los casos, automatismo de repetición, principio de Nirvana o instinto de muerte. Me oyeron mencionar la entropía, y esto no es arbitrario. El propio Freud indica que debe estar hablando de algo de ese género.

Para Freud se… de aprehender el comportamiento humano. Con este fin se pregunta si no será conveniente hacer Funcionar una categoría análoga a las que utiliza la física. Introduce entonces la dimensión de la entropía, mientras que está se realiza en el acto original de comunicación que es la situación analítica.

Es preciso conservar todas estas dimensiones si se quiere entender las afirmaciones de Freud, que no conciernen solamente al ser vivo objetivable en el plano psíquico, sino también a la significación de su comportamiento…. (La entropía) entra en juego en esa particular relación que es la relación analítica, que no puede comprenderse sino como una comunicación. Tal es el marco que otorga su sentido a la comparación del instinto de muerte con la entropía. Tomar esta analogía a la letra y traducirla en los términos precisos empleados en física es un contrasentido.

A través de las cuatro etapas del pensamiento de Freud, -el manuscrito cuyo comentario estamos terminando, La interpretación de los sueños, la constitución del narcisismo y, finalmente, Más allá del principio del placer- las dificultades y los atolladeros se reproducen en una disposición una y otra vez modificada. Tendremos que seguir de cerca esa suerte de dialéctica negativa, que implica la persistencia de las mismas antinomias bajo formas transformadas, para que de este modo surja la autonomía, el orden propio de aquello que Freud aborda y procura formalizar.

Dicho orden es el orden simbólico, en sus estructuras propias, en su dinamismo, en el modo particular con que interviene para imponer su coherencia y su economía autónoma al ser humano y a lo que éste vive. En él les designo la originalidad del descubrimiento freudiano.

Para poner esto en imágenes, con destino a aquellos que no comprenden nada, digamos que lo más elevado que hay en el hombre, que no está en el hombre sino en otra parte, es el orden simbólico.

A medida que su síntesis va progresando Freud se ve constantemente forzado a restaurar, a restituir ese punto exterior, excéntrico. Ahora trataremos de situar en el texto las etapas de este progreso.

El otro día les hable del sistema que representa someramente el arco reflejo, basado en la noción de cantidad y descarga con el mínimo de contenido. Formado en las disciplinas neurológicas, anatomo-fisiologicas y clínicas, Freud no se contenta con el esquema de reflejos, que en esa época ofrece la fisiología positivista, a saber, una arquitectura de reflejos: reflejos superiores de reflejos, etc., hasta el reflejo de unidad colocado a nivel de las funciones superiores.

Freud tiene que hacer otra cosa. Hace, no una arquitectura, sino un moderador.

Lo importante es que en el curso del acto de descarga interpone un sistema-moderador. Un sistema de equilibrio, de filtrado, de amortiguación… algo que forma una bola: es un ganglio. Pues bien, el psiquismo es para él un ganglio, el cerebro es un ganglio diferenciado, del tipo ganglio simpático…

Freud no puede salir adelante sin introducir el sistema de la conciencia… En Freud, al menos, no se intenta hacerles creer que basta con amontonar unas cuantas cosas para que lo que está arriba sea mucho mejor que cuando estaba abajo.

La experiencia le impone a Freud una reorganización de la estructura del sujeto humano, descentrándola con respecto al yo y enviando la conciencia a una posición sin duda esencial, pero  problemática.

Diría que el carácter inasequible, irreductible de la conciencia en relación con el funcionamiento del viviente es algo tan importante de comprender en la obra de Freud como lo que nos aporto acerca del inconsciente.

Las complicaciones que crea el sistema de la conciencia reaparecen en cada uno de los niveles de la teorización freudiana. Freud no consigue ofrecer un modelo coherente, y esto no se debe a la existencia del inconsciente. De la mayoría de las otras partes del aparato psíquico puede presentar una concepción coherente, equilibrada, pero cuando se trata de la conciencia siempre se topa con condiciones incompatibles.

Les daré un ejemplo. En uno de sus textos, llamado Complementos metapsicológicos a la teoría de los sueños,…  explica, poco más o menos, todo lo que sucede en la demencia precoz, la paranoia o los sueños, en términos de investidura y desinvestidura…  El aparato de la conciencia tiene propiedades absolutamente específicas, y la coherencia misma de su sistema, el carácter forzoso de su deducción, hacen que Freud tropiece. No se comprende, dice, que este aparato, contrariamente a los demás, pueda funcionar incluso cuando está desinvestido. Con el sistema consciente se entra en la paradoja.

¿Por qué este fracaso? No porque Freud no sepa arreglárselas, tenía todo el tiempo para él. Si no lo consiguió, hay una razón.

Vemos aparecer aquí, por vez primera, la paradoja el sistema de la conciencia. Es preciso que, a la vez, esté ahí y no esté… Sin embargo, es imperioso que a él pase cierta energía. Pero no puede estar directamente enlazado al aporte masivo del mundo exterior, tal como se lo supone en el primer sistema llamado de la descarga, es decir, del reflejo estimulo-respuesta elemental.

Muy por el contrario, es preciso que se halle completamente separado de éste, y que sólo reciba débiles investiduras de energía que le permitan entrar en funcionamiento.

Por otro lado,… tiene necesidad de información… Sólo puede tomar dicha información a nivel de la descarga del sistema perceptivo.

A continuación viene el esquema que hallarán en el capítulo VII de la Traumdeutung, Procesos oníricos.

Aquí un aporte, algo que va escalonarse entre el sistema perceptivo y el sistema motor, las diversas  capas que constituyen el nivel Inconsciente. Después, el preconsciente, la conciencia, cuya paradójica distribución pueden ya advertir: ahora está de los dos lados.

El primer esquema intentaba representar verdaderamente un aparato que después se procuraba hacer funcionar… Era un aparato que estaba en alguna parte, con los órganos de percepción, el cerebro y el subcerebro, funcionando como una especie de ganglio autónomo, pautando la pulsación entre las pulsiones internas del organismo y las manifestaciones de búsqueda en el exterior. Se trataba de la economía instintiva del ser vivo en pos de aquello que necesita.

Ahora ya no se trata del aparato. El esquema se vincula con algo mucho más inmaterial. Freud lo dice: a las cosas de las que va a hablar no hay que localizarlas en un lugar.

El esquema de Freud cambio de sentido. Freud traslada a la pizarra la dimensión temporal en cuanto tal,… Freud introduce ya en sus categorías dimensiones nuevas y, en particular, cierta dimensión lógica.

Aunque esto sea susceptible de encarnarse en un modelo mecánico, hemos pasado de un modelo mecánico a un modelo lógico.

Antes de referirme al tercer esquema, quisiera recordarles que les prometí hablar de cibernética. ¿Por qué estas máquinas nos sorprenden tanto?… Pues la cibernética también da lugar a un movimiento de sorpresa, cuando se ve al lenguaje humano funcionando casi por sí solo y pareciendo ganarnos la partida.

Creemos resolverlo todo diciendo que el que lo puso ahí fue el buen hombre. Nos lo recuerda Lévi-Strauss, siempre lleno de sabiduría ante las cosas nuevas, y siempre dando la impresión de que va a reducirlas a cosas viejas.

En estas máquinas el lenguaje se encuentra por cierto ahí, vibrante.

¿Por qué surgió la paradójica expresión máquina de pensar?

Desde el punto de vista del lenguaje, estas máquinas nos ronronean algo nuevo, tal vez una resonancia, digamos que una aproximación. No podemos resolver la cuestión diciendo simplemente que el constructor lo metió ahí. El lenguaje vino de afuera, se entiende, pero no basta decir que fue el buen hombre quien lo puso…. Nadie como el psicoanalista puede aportar algo al respecto, palpa a cada instante que el asunto no se resuelve creyendo que quien lo hizo todo fue el geniecito.

Esta es la gran pregunta actual de las ciencias humanas: ¿qué es el lenguaje?

Nos preguntamos de dónde viene, qué pasó en las eras geológicas, cómo fue que empezaron a dar vagidos, si empezaron por lanzar gritos al hacer el amor, como creen algunos; cuando ante todo se trata de observar cómo funciona en la actualidad. Todo siempre está ahí.

Nuestra relación con el lenguaje, hay que abordarla en el nivel para nosotros más concreto, más cotidiano, el de nuestra experiencia analítica.

De esto se trata en el esquema que elabora el sistema introduciendo en él lo imaginario como tal. El pequeño esquema óptico que les mostré el año pasado reaparecerá…  a nivel de la teoría del narcisismo.

Dicho esquema coloca el sistema percepción-conciencia allí donde debe estar, o sea, en el centro de la recepción del yo en el otro, porque toda la referencia imaginaria del ser humano está centrada en la imagen del semejante.

Finalmente, el último esquema nos permitirá dar un sentido a “Más allá del principio del placer” y comprender a qué necesidad responde esta obra. Freud la escribió en el momento en que la técnica analítica daba un viraje, y cuando podía creerse que resistencia y significación inconsciente se corresponden como el derecho y el revés, que lo que funciona según el principio del placer en el sistema llamado primario aparece como realidad en el otro, y a la inversa.

Se trata, simplemente, del estudio clásico del yo, algo enriquecido con la noción de que en sus síntesis puede incluir muchas cosas.

Pues bien, eso es la resistencia, la función imaginaria del yo como tal: a ella está sometido el paso o el no paso de lo que tiene que transmitirse como tal en la acción analítica…

Este esquema expresa, ante todo, que si no hubiera interposición, resistencia del yo, efecto de la frotación, de iluminación, de calentamiento –todo lo que ustedes quieran- los efectos de la comunicación a nivel del inconsciente no serían captables.

Pero les muestra, sobre todo, que no hay ninguna clase de relación de negativo a positivo entre el yo y el discurso del inconsciente, ese discurso concreto en el cual el yo se impregna y donde cumple su función de obstáculo, de interposición, de filtro

El inconsciente tiene su dinamismo, sus aflujos, sus vías propias. Puede ser explorado según su ritmo, su modulación, su mensaje propio, con total independencia de aquello que lo interrumpe. En Más allá del principio del placer Freud quiso situar esta función imaginaria del yo.

El autoanálisis

En 1897, Freud todavía no ha avanzado mucho en su propio análisis. Para uso de Anzieu, he encontrado algunas reflexiones sobre los límites del self-análisis… Sólo puedo analizarme a mí mismo apoyándome en conocimientos objetivos, como podría hacerlo con un extraño… El selfanálisis es, rigurosamente hablando, imposible. De lo contrario no habría enfermedad. Como todavía encuentro enigmas en mis casos, el análisis debe detenerse.  Así define Freud los límites de su propio análisis: sólo comprenderá lo que haya encontrado en sus casos. Está descubriendo genialmente un camino nuevo  -y es éste un testimonio extraordinariamente preciso por su precocidad-,  afirma a la vez que su autoanálisis no es un proceso intuitivo, una localización adivinatoria en el interior de sí mismo y que no tiene nada que ver con la introspección.

Sr. ANZIEU:- Freud sabía, antes de tener el sueño de Irma, que los sueños poseían un sentido. Los sueños relatados por sus pacientes tenían un sentido de realización de  deseos, y Freud quiso aplicarlo a sí mismo. Este es su criterio de verificación.

LACAN: Así es.

Sr. VALABREGA: Lo que está en cuestión no es el sentido del sueño, sino la teoría de la identidad del sueño con el síntoma neurótico

Sueño y síntoma neurótico.

En la Traumdeutung, Freud insiste sobre el parentesco del sueño con el síntoma neurótico, pero también sobre su diferencia. El proceso del sueño es ejemplar para comprender el síntoma neurótico, pero Freud mantiene una diferencia económica fundamental entre síntoma y sueño. En común sólo poseen una gramática, pero esto es una metáfora, no lo tomen al pie de la letra.

Síntoma y sueño son tan diferentes como un poema épico y un trabajo sobre la termodinámica. El sueño permite alcanzar la función simbólica en juego y, en este carácter, es capital para comprender el síntoma. Pero el síntoma siempre está insertado en un estado económico global del sujeto, mientras que el sueño es un estado localizado en el tiempo, en condiciones extremadamente particulares. El sueño no es más que una parte de la actividad del sujeto, mientras que el síntoma se despliega en varios terrenos. Sus procesos son más análogos que idénticos.

El señor Valabrega presenta el análisis del sueño de la inyección de Irma.

En ese momento, la palabra que para Freud polariza, organiza toda su existencia, es la conversación con Fliess. Ella se continúa entre líneas durante toda su existencia como la conversación fundamental. A fin de cuentas, en este diálogo se cumple el autoanálisis de Freud. Por él Freud es Freud, y seguimos hablando aún hoy de Freud.

Todo lo demás: el discurso erudito, el discurso cotidiano, la fórmula de la trimetilamina, lo que se sabe, lo que no se sabe, todo el fárrago se sitúa a nivel del yo. Tanto puede ser un obstáculo como indicar el paso de algo que se está formando, es decir, ese vasto discurso a Fliess que toda la obra de Freud constituirá después

La conversación de Freud con Fliess, la palabra fundamental, entonces inconsciente, es el elemento dinámico esencial. ¿Por qué es inconsciente en ese momento? Porque desborda infinitamente lo que ambos, como individuos, pueden entonces aprehender en ella conscientemente. Después de todo, no son más que dos incipientes científicos, como el resto, cambiando ideas más bien chifladas.

El descubrimiento del inconsciente, (que en el momento de su surgimiento histórico se muestra en su plena dimensión), consiste en que el alcance del sentido desborda infinitamente los signos manipulados por el individuo. El hombre produce siempre muchos más signos de lo que cree. De esto se trata en el descubrimiento freudiano: de un nuevo sentimiento del hombre. El hombre, a partir de Freud, es eso.

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