Juego de escrituras. Clase 9. Seminario 2. Jacques Lacan

Locura no es sueño. El proceso primario. La entificación de la percepción-conciencia.

Anoche, tras la exposición de Lang, Lefevvre-Pontalis dirigió a todos ustedes la siguiente observación: habría que disciplinarse sobre el estadio del espejo.

Su comentario cuenta con mi asentimiento en tanto que no debe hacerse un empleo abusivo de él. El estadio del espejo no es la palabra mágica. Tiene ya algún tiempo, unos veinte años, pues lo produje en 1936. Comienza a cosquillear esa necesidad de renovación, que no siempre es lo mejor, pues para progresar hay que saber volver sobre las cosas. Resulta fastidioso no por repetirlo tanto, sino por utilizarlo mal.

El difícil diagnóstico de psicosis en el niño.

En cierto modo no se sabe si es correcto emplear la misma palabra para las psicosis del niño y del adulto. Durante décadas se rehusó pensar que en el niño pudiera haber verdaderas psicosis, y se intentó ligar los fenómenos con ciertas condiciones orgánicas. En el niño y en el adulto la psicosis no está estructurada en absoluto de la misma forma. Si en el caso del niño hablamos legítimamente de psicosis es porque como analistas podemos dar un paso más que los otros en la concepción de la psicosis.

Sobre la psicosis del adulto, y a fortiori sobre la del niño, reina aún la mayor confusión.

En todo lo que concierne a la aprehensión de nuestro dominio clínico existen dos peligros:

El primero consiste en no ser bastante curiosos. Enseñamos a los niños que la curiosidad es una reprobable falta, y en conjunto esto es cierto: no somos curiosos, y no es fácil provocar este sentimiento de manera automática.

El segundo peligro es comprender. Comprendemos siempre demasiado, particularmente en el análisis. La mayoría de las veces, nos equivocamos. Pensamos que podemos realizar una buena terapéutica analítica si tenemos dotes, si somos intuitivos, si tenemos chispa, si ponemos en práctica ese talento que cada cual despliega en la relación interpersonal. A partir del momento en que uno deja de exigirse un extremado rigor conceptual siempre encuentra la manera de comprender. Pero nos quedamos sin brújula: no sabemos de dónde partimos ni a dónde queremos llegar.

La regresión.

Me gustó mucho lo que dijo Lang acerca de la regresión. Señaló que la regresión era un símbolo, y no un mecanismo que se lleva a cabo en la realidad… ¿Acaso hemos visto alguna vez a alguien, un adulto, regresar verdaderamente, volver a ser un niñito, ponerse a dar vagidos? La regresión no existe. Como indica Lang, es un síntoma que debe ser interpretado como tal. Hay regresión en el plano de la significación y no en el plano de la realidad.

He releído en La interpretación de los sueños una nota referida a los procesos y mecanismos de la psicología onírica, en la que Freud cita a Jackson: Encuentren la naturaleza del sueño y habrán encontrado todo lo que puede saberse sobre la demencia y la locura.

Esto es falso. No tiene nada que ver, métanse esto en la cabeza. Ambos manejan  sin duda los mismos elementos, los mismos símbolos, y es posible hallar analogías. Pero esta perspectiva no es la nuestra… un sueño no es una locura…  Inversamente… Lo  que hay que definir en la locura es su mecanismo determinante, (el cual)  nada tiene que ver con-lo que ocurre cada noche en el sueño.

No creamos que esto pertenece enteramente al activo de Freud. La edición francesa es incompleta, y no indica que hay aquí una especie de aprobación dada a Ernest Jones, quien estimo oportuno hacer el paralelo… Demos a Jones lo que es de Jones y a Freud lo que es de Freud.

Partan ustedes de la idea de que el problema del sueño deja enteramente abiertos todos los problemas económicos del a psicosis.

Hoy no puedo decir más sobre el tema. Es un anticipo lanzado hacia el porvenir…

El Proyecto”

Volvamos al texto de Freud.

Lacan puntúa el progreso de la elaboración de Freud… Los progresos que realiza… son los de su concepción respecto a lo que podemos llamar ser humano.

De esto se trata. En el fondo de vuestras reivindicaciones en el plano teórico, en el fondo… está la idea de que tienen frente a ustedes algo individual, si no único, de que todo está concentrado en la forma que tienen delante, de que así está la unidad de objeto en psicoanálisis… cuyos límites y leyes se cree poder conocer.

Como filósofos deben ustedes saber que el ser y el objeto no son en absoluto la misma cosa. Desde el punto de vista científico, al ser, desde luego, no podemos aprehenderlo, ya que no es de orden científico. Pero el psicoanálisis… subraya que el hombre no es objeto, sino un ser realizándose, algo metafísico. ¿Es ese nuestro objeto, nuestro objetivo científico?  Por cierto que no,…  nuestro objeto tampoco es el individuo que en apariencia encarna a este ser.

Nuestro objeto de estudio es el punto de surgimiento de la relación del sujeto con lo simbólico.

Lo que denominó “ser” es esa última palabra. Por cierto no accesible para nosotros en la posición científica, pero cuya dirección está indicada en los fenómenos de nuestra experiencia.

Lo que nos importa es saber en qué punto tenemos que situarnos en la relación con lo que llamamos nuestro partenaire.

Pues bien, si algo resulta evidente es que en el fenómeno único constituido por la relación interhumana, hay dos dimensiones diferentes, aunque sin cesar se aúnen: lo imaginario y lo simbólico.

En cierto modo, ambas se entrecruzan y es preciso que sepamos siempre qué función ocupamos, en qué dimensión nos situamos con respecto al sujeto, de una manera que realice ya sea una oposición ya sea una mediación.

Nos engañamos si creemos que por confundirse en el fenómeno estas dos dimensiones forman sólo una. Acabamos así en una especie de comunicación mágica, en una analogía universal en base a la cual muchos teorizan su experiencia. En lo concreto y lo particular esto suele ser a menudo muy rico, pero absolutamente inelaborable y expuesto a toda clase de errores técnicos.

Todo esto es muy severo, pero lo verán precisado y representado en el cuarto esquema, que responderá a la última etapa del pensamiento de Freud.

Intervenciones durante la exposición del Sr. Valabrega.

¿A qué denomina Freud sistema? Freud parte del esquema del arco reflejo en su forma más simple, que tantas esperanzas ofreció de comprender las relaciones entre el ser vivo y un medio circundante. Dicho esquema pone de manifiesto la propiedad esencial del sistema de relaciones de un ser vivo: éste recibe algo, una excitación, y responde algo.

No olviden que la noción de respuesta implica siempre que nos hallamos ante un ser adaptado.

Freud… parece ya introducir ahí la noción de un equilibrio o, dicho de otro modo, de un principio de inercia….

Este enfoque del problema es pre científico, anterior a la introducción de la noción energética.

No hay ninguna consideración de energía en este esquema de base.

Solo cuando Freud tome en cuenta que lo que sucede en el sistema,…  intervendrá la noción de un aporte de energía. Sólo entonces puntualizara Freud que el sistema tiene que ver con las incitaciones internas, es decir con las necesidades.

¿Qué son las necesidades? Las necesidades son algo efectivamente vinculado al organismo y que se distingue muy bien del deseo… Se deplora el que se siga confundiendo deseo con necesidad y, así es, no son en absoluto lo mismo. La necesidad expresa de qué modo el sistema, (que es un sistema particular del organismo) entra en juego en la homeostasis total de éste.  Por lo tanto, aquí interviene necesariamente la noción de constancia energética, que emerge ya aquí en la obra de Freud transversalmente.

Entre y que experimenta algo del interior del organismo y  que produce algo que tiene relación con sus necesidades, Freud considera que hay equivalencia energética. Esto se vuelve completamente enigmático: ignoramos totalmente qué puede significar la equivalencia energética entre la presión interna, ligada al equilibrio del organismo, y su salida. Entonces, ¿para qué sirve? Es una x que, tras haber servido de punto de partida, es lisa y llanamente abandonada

Por otro lado, Freud no puede contentarse con el  in-put, lo traído del mundo exterior, y tiene que improvisar. Introduce entonces un aparato suplementario. Ya lo dije la vez pasada: todo esto es un juego de escritura.

Se trata de construirlo todo a partir de nociones energéticas… Para que algo salga es preciso que algo entre.  A partir de aquí vamos a construirlo todo. Se trata, muy probablemente, del sistema de la percepción. No lo llamemos, prematuramente, conciencia.

Más adelante Freud lo confundirá con el sistema de la conciencia, pero necesita introducir este sistema (la percepción) como hipótesis suplementaria. ¿Por qué? Porque le hacen falta no sólo estímulos procedentes del mundo exterior sino el mundo exterior mismo. Le hace falta un aparato interior que refleje no sólo las incitaciones del mundo exterior, sino, si les parece bien, la estructura.

Freud no es guestaltista-no es posible atribuirle todos los méritos-, pero sí experimenta las exigencias teóricas que engendraron la construcción guestaltista. En efecto, para que el ser vivo no perezca cada vez es menester que posea cierto reflejo adecuado del mundo exterior. Lo cual equivale a decir que este esquema se basa, en realidad, en lo que más tarde será aislado con el término homeostasis.

Ya está presente aquí en la noción de un equilibrio a conservar y de una zona-moderadora, que mantiene las excitaciones en el mismo nivel y que, por consiguiente, sirve tanto para no registrar como para registrar mal. Registra, pero de manera filtrada. Ya aparece aquí, por tanto, la noción de homeostasis, implicando a la entrada y a la salida algo llamado energía.

Pero este esquema muestra ser insuficiente. Si el sistema nervioso realiza, en efecto, un filtrado, se trata de un filtrado organizado, progresivo, que supone facilitaciones (Fenómeno por el que una disminución de la resistencia de un nervio al paso de estímulos sucesivos permite que en la reacción siguiente se consiga provocar el estímulo con un nivel de excitación inferior.)

Ahora bien, nada permite pensar que esas facilitaciones seguirán alguna vez una dirección funcionalmente utilizable. La suma de todas esas facilitaciones, los acontecimientos, los incidentes sobrevenidos en el desarrollo del individuo, constituyen un modelo que proporciona la medida de lo real. ¿Está ahí lo imaginario? En efecto, lo imaginario debe estar ahí.

Esto  supone una intervención de las Gestalten, que predisponen al sujeto vivo a cierta relación con una forma típica que le responde especialmente: supone un acoplamiento biológico del individuo a una imagen de su propia especie, a las imágenes de lo que le es útil biológicamente en un medio determinado. De esto no hay aquí rastros. Solamente hay zona de experiencia y zona de facilitación.

En resumidas cuentas, la memoria se concibe aquí como serie de engramas, suma de series de facilitaciones, y esta concepción revela ser enteramente insuficiente si no introducimos en ella la noción de imagen.

Si se postula que una serie de facilitaciones, una secuencia de experiencias hace surgir una imagen en un aparato psíquico concebido como una simple placa sensible, es obvio que cuando la misma serie es reactivada por una nueva excitación, por una presión, por una necesidad, se reproducirá la misma imagen. Dicho de otro modo, todo estímulo tiende a producir una alucinación. El principio del funcionamiento del aparato es la alucinación. Esto es lo que quiere decir proceso primario.

El problema está entonces en la relación de la alucinación con la realidad.

Freud se ve llevado a restaurar el sistema de la conciencia y su autonomía paradójica desde el punto de vista energético. Si la concatenación de las experiencias produce efectos alucinatorios, es preciso un aparato corrector, un test de realidad. Dicho test de realidad supone una comparación de la alucinación con algo recibido en la experiencia y conservado en la memoria del aparato psíquico… Freud se ve obligado a restablecerlo con reforzada autonomía.

No digo que esto sea ilegítimo, pero ya verán a dónde lo conduce. ¿Qué rodeos deberá efectuar Freud para imaginar esa comparación de referencia entre lo que es dado por la experiencia en el sistema y sistema-moderador, sistema homeostático, que modera las incitaciones y el registro de estas últimas? ¿A qué hipótesis suplementarias se ve conducido? Las dificultades que debe enfrentar pueden medirse por las hipótesis complementarias.

Sr. VALABREGA:-Sí,pero esto aparece mucho después. Freud no tiene todavía una idea muy clara de la noción de aparato psíquico, que más tarde ofrecerá con el sistema percepción-conciencia.

Sr. VALABREGA: – No lo concibe como lo que más tarde llama aparatos psíquicos.

VALABREGA:-Más adelante va a distinguir dos elementos fundamentales en el propio sistema, y de allí surgirá el aparato psíquico.

LACAN: Pero lo que precisamente quiero mostrarles la próxima vez es que la denominación aparato psíquico resulta por completo insuficiente para designar lo que presenta la Traumdeutung, donde la dimensión temporal comienza a emerger.

Juicio, pensamiento, etc., son descargas energéticas en tanto que inhibidas. Esta seguirá siendo la construcción de Freud cuando diga que el pensamiento es un acto mantenido a nivel de una investidura mínima. En cierto modo, es un acto simulado. Debe admitirse que hay un reflejo del mundo, en la medida en que la experiencia nos obliga a postular una percepción neutra; digo desde el punto de vista de las investiduras, vale decir, una percepción que tiene investiduras mínimas.

Si la psicología animal ha hecho progresos, fue por haber puesto de relieve en el mundo, en el ambiente del animal, líneas de fuerza, configuraciones que para él son puntos de llamada preformadas que corresponden a sus necesidades, esto es, a lo que también se denomina su mundo interior, la estructura ligada a la conservación de su forma.

En efecto, no basta con hablar de homeostasis energética. Las necesidades de un cangrejo no son las de un conejo, y el uno no se interesa por las mismas cosas que el otro.

El hombre tiene, en efecto, muchas más informaciones sobre la realidad que las que adquiere por la simple pulsación de su experiencia. Pero le falta lo que denomino vías preformadas. El hombre parte absolutamente de nada. Es preciso que aprenda que la madera arde y que no hay que arrojarse al vacío.

No es cierto que el hombre tenga que aprender todo eso, pero, ¿qué sabe de nacimiento?… Es ambiguo.  Probablemente lo aprende, pero por otras vías que el animal. Tiene ya cierta orientación, cierto conocimiento, co-nacimiento de la realidad, que no es otra cosa que las Gestalten, las imágenes preformadas. Admitirlo no sólo es un requisito de la teoría freudiana, sino una exigencia de la psicología animal; hay un aparato de registro neutro que constituye un reflejo del mundo, sea que, como Freud, lo llamemos consciente o no.

En el hombre, empero, esto se presenta con el relieve particular que denominamos conciencia, en la medida en que entra en juego la función imaginaria del yo. El hombre adquiere la visión de ese reflejo desde el punto de vista del otro. Es otro para él mismo.

Esto es lo que produce la ilusión de que la conciencia es transparente a sí misma. En el reflejo no estamos; para percibir el reflejo estamos en la conciencia del otro.

Como pueden comprobar, el esquema racional del aparato psíquico propuesto por Freud no está elaborado, y esto es lo ingrato que presenta nuestro discurso de hoy. Se trata del primer aleteo de Freud. Todo es al mismo tiempo grosero, ambiguo y, en ciertos aspectos, redundante; sin embargo, llegará a ser fecundo.

La noción de equivalencia, por ejemplo, es aquí bastarda. Hay necesidades, dice Freud, y estas necesidades impulsan al ser humano a reacciones destinadas a satisfacerlas. Pues bien, lejos de ser vitalista, lejos de introducírsela por la fuerza en un esquema seudomecanicista, esta noción es, en realidad, energética. Al comienzo hay una cantidad de energía neuronal. La conjunción de esta concepción con la experiencia del sueño producirá, como verán, una sorprendente evolución del esquema.

Sin duda, todo esto les parece estéril y arcaico. Pero para nosotros se trata de aprehender lo que en este esquema anuncia el futuro, y obliga a la concepción de Freud a evolucionar.

No es cierto, como pretende hacernos creer Kris, que Freud haya pasado del pensamiento mecanicista al pensamiento psicológico, grosera oposición que nada significa. Freud no abandonó su esquema después: lo elaboró en su teoría del sueño, sin marcar, sin siquiera sentir las diferencias, y dio entonces un paso decisivo que nos introduce en el campo psicoanalítico como tal. No hay conversión de Freud a un pensamiento organopsicológico.

Es siempre el mismo pensamiento que continúa. Podría decirse que su metafísica no cambia, sino que Freud completa su esquema haciendo entrar en él una cosa muy diferente: la noción de información.

Sepan dejar en suspenso el pensamiento sobre momentos ingratos, y no olviden que son estos los primeros momentos de un pensamiento creador, cuyo desarrollo conduce mucho más allá.

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