El universo simbólico. Clase 3. Seminario 2.

Diálogos sobre Levi-Strauss. La vida y la maquina. Dios, la naturaleza y el símbolo. Lo imaginario natural. El dualismo freudiano.

Diálogos  sobre Levi-Strauss

Claude Levi-Strauss -Antropología-

LACAN: Le agradezco que diga lo que tiene que decir

Nota. La pregunta del señor Anzieu no está reproducida.

Durandin pareció decir que la violencia de la prohibición del incesto era algo que se podía medir, que se traducía en actos sociales patentes. No es verdad. Para descubrir el complejo de Edipo fue preciso examinar primero a los neuróticos, para pasar después a un círculo de individuos mucho más amplio.

¿Pero cómo puede usted atribuir tanta importancia, estimado Anzieu, al hecho de que Lévi-Strauss introduzca en su lenguaje palabras como compensación, tratándose de las tribus tibetanas o nepaleses, por ejemplo, donde se acostumbra matar a las niñas pequeñas, lo cual hace que haya más hombres que mujeres?… si hay menos mujeres, habrá por fuerza más hombres.

El término compensación sólo posee aquí un valor estadístico, sin relación alguna con el término analítico

Por eso dije que el complejo de Edipo, con la intensidad fantasmática que le hemos descubierto, la importancia y la presencia que tiene sobre el plano imaginario para el sujeto con quien tenemos que vérnosla, debía ser concebido como un fenómeno reciente, terminal y no original, respecto a aquello de que nos habla Lévi-Strauss

LACAN: ¿Cuál es la originalidad del pensamiento que aporta Levi-Strauss con la estructura elemental?

Lo que destaca de un extremo al otro es que nada se comprenderá de los fenómenos que se vienen recopilando desde hace largo tiempo con respecto al parentesco y la familia, si se intenta deducirlos de una dinámica cualquiera natural o naturalizante.

El incesto como tal no suscita ningún sentimiento natural de horror. No digo que esto pueda servirnos de base, digo que esto es lo que dice Lévi-Strauss. No hay ninguna razón biológica, y en particular genética, que explique la exogamia, y él lo demuestra después de un análisis extremadamente preciso de los datos científicos.

En una sociedad y podemos considerar otras sociedades que las humanas, la práctica permanente y constante de la endogamia no sólo no traerá inconvenientes sino que al cabo de cierto tiempo producirá el efecto de eliminar las pretendidas taras. No hay ninguna deducción posible, a partir del plano natural, de la formación de esa estructura elemental que se llama orden referencial.

¿Y esto, en qué lo basa? Lo basa en el hecho de que el orden humano nos pone frente a la emergencia total, que engloba a la totalidad de este orden humano, de una función nueva: la función simbólica.

La función simbólica no es nueva como función, pues se esboza en otras partes además del orden humano, pero son nada más que esbozos. El orden humano se caracteriza por la circunstancia de que la función simbólica interviene en todos los momentos y en todos los grados de su existencia.

Dicho de otro modo: todo está relacionado. Para entender lo que sucede en el dominio propio del orden humano, tenemos que partir de la idea de que este orden constituye una totalidad. La totalidad en el orden simbólico se llama un universo. El orden simbólico se da primeramente en su carácter universal… Dicho de otro modo: todo está relacionado.

No es que se vaya constituyendo poco a poco. Cuando el símbolo aparece, hay un universo de símbolos. La pregunta que cabría formularse ¿al cabo de cuántos símbolos, numéricamente, se constituye el universo simbólico?-permanece abierta.

Pero por pequeño que sea el número de símbolos que puedan concebir en la emergencia de la función simbólica en la vida humana, ellos implican la totalidad de todo lo que es humano. Todo se ordena en relación con los símbolos surgidos, con los símbolos una vez que han aparecido.

La función simbólica constituye un universo en el interior del cual todo lo que es humano debe ordenarse.

No es casual que Lévi-Strauss llame a sus estructuras elementales; no dice primitivas. Elemental es lo contrario de complejo. Pues bien, cosa curiosa, todavía no ha descrito las Estructuras complejas del parentesco. Las estructuras complejas las representamos nosotros, y se caracterizan por ser mucho más amorfas.

Es una reflexión fundamental de Leví-Strauss… A partir de ella podemos formular la hipótesis de que el orden simbólico, por cuanto se plantea siempre como un todo, como algo que forma por si sólo un universo, y que incluso constituye el universo como tal, -mientras que es distinto del mundo- debe estar igualmente estructurada  como un todo, vale decir que forma una estructura dialéctica acabada completa.

Lévi-Strauss demuestra que hay una clasificación correcta de aquello que las estructuras elementales del parentesco nos presentan. Esto supone que las instancias simbólicas funcionan en la sociedad desde el origen, desde el momento en que ella surge como humana. Pues bien: esto es lo que también supone el inconsciente, tal como lo descubrimos y manipulamos en el análisis.

No, no se trata de suponer en alguna parte un alma común donde se efectuarían todos esos cálculos, no se trata de ninguna entificación psicológica, se trata de la función simbólica.

La función simbólica no tiene nada que ver con una formación para-animal, con una totalidad que haría del conjunto de la humanidad una especia de gran animal; porque,  al fin y al cabo, el inconsciente colectivo es eso.

Si la función simbólica funciona, estamos en su interior. Y diré más: estamos a tal punto en su interior que no podemos salir de ella.

En gran parte de los problemas que se nos plantean cuando intentamos cientifizar, es decir, poner un orden en determinados fenómenos, en cuyo primer plano está el de la vida, las que nos conducen son siempre, al fin y al cabo, las vías de la función simbólica, mucho más que cualquier aprehensión directa.

A pesar de todo, siempre tratamos de explicar al ser vivo en términos de mecanismo. La primera pregunta que se nos plantea a los analistas, y quizá por ahí podamos salir de la controversia entablada entre vitalismo y mecanicismo, es la siguiente: ¿por qué nos vemos llevados a pensar la vida en términos de mecanismo? ¿En qué somos efectivamente, en tanto hombres, parientes de la máquina?

HIPPOLITE: -En tanto que somos matemáticos, que tenemos la pasión de la matemática.

Así es. Las críticas filosóficas hechas a las investigaciones propiamente mecanicistas suponen que la máquina está privada de libertad.

Sería muy fácil demostrar que la máquina es mucho más libre que el animal. El animal es una máquina bloqueada. No pueden variar. ¿Por qué? Porque es el medio exterior lo que determina al animal y hace de él un tipo fijo. Manifestamos una mayor libertad, en el sentido de libertad como multiplicidad de elecciones  posibles….

¿Queda alguien que quiera preguntar algo?

MANNONI: Me interesó la manera en que Lévi-Strauss abordó el problema de naturaleza y cultura. Dijo que desde hace algún tiempo ya no se ve con claridad la oposición entre una y otra…. Sin embargo, lo que condujo a Levi-Strauss a plantearse la cuestión de la naturaleza y la cultura es que le parecía que una determinada forma de incesto, por ejemplo, era a la vez universal y contingente –casual, accidental, etc-

Y esa especie de contradicción lo llevó a una suerte de convencionalismo que desorientó a buen número de oyentes. Por mi parte hice la siguiente observación: este problema de lo contingente y lo universal volvemos a encontrarlo, y nos deja desconcertados, fuera del mundo institucional. Ser derecho es arna forma universal, y sin embargo contingente: uno podría ser zurdo. Y nunca se pudo probar si esto era social o biológico. Nos hallamos ante una oscuridad profunda, de igual naturaleza que la que encontramos en Lévi-Strauss.

Me parece, pues, que la cuestión planteada por Lévi-Strauss desborda ampliamente la clásica oposición entre lo natural y lo institucional. Por eso no tiene nada de raro que él también titubee en cuanto a saber cuál es su lado natural y su lado institucional –normativo, colectivo- …  Esto me parece sumamente importante: estamos en presencia de algo que disuelve, a un tiempo, la antigua idea de naturaleza y la idea de institución.

LACAN: Creo que usted introduce cosas que tal vez no estaban implicadas en la noción de contingencia tal como la evocó LéviStrauss. Creo que para él la contingencia se oponía a la noción de necesario, y además lo dijo.

Lo que él introdujo en forma de pregunta, que en definitiva consideramos ingenua, es la distinción de lo universal y lo necesario… Respecto de la introducción del sistema simbólico, creo que la respuesta a la pregunta formulada ayer por Lévi-Strauss es ésta: el complejo de Edipo es al mismo tiempo universal y contingente, porque es pura y exclusivamente simbólico.

El valor de la distinción entre naturaleza y cultura, introducida por Lévi-Strauss en sus Estructuras elementales del parentesco, está en que nos permite distinguir lo universal de lo genérico.

Lo universal simbólico no tiene ninguna necesidad de difundirse por toda la superficie de la Tierra para ser universal. Por otra parte, que yo sepa no hay nada que constituya la unidad mundial de los seres humanos. No hay nada que esté concretamente realizado como universal.

Y, sin embargo, desde el momento en que se forma un sistema simbólico cualquiera, éste es completamente, de derecho, universal como tal. El hecho de que los hombres, salvo excepción, tengan dos brazos, dos piernas y un par de ojos y por otra parte esto lo tienen en común con los animales-, el hecho de que, como se dijo, sean bípedos sin plumas, pollos desplumados, todo esto es genérico, pero absolutamente no universal…

O: MANNONI: Eso es lo que cuestiono. Hasta el presente los hombres han opuesto  a la naturaleza una seudonaturaleza, las instituciones humanas: encontramos la familia… Y después convinieron en que esas suedonaturalezas eran obra de la libertad humana o de la elección contingente del hombre. Y por consiguiente fueron inducidos a atribuir la mayor importancia a una nueva categoría, la cultura opuesta a la naturaleza. Estudiando estas cuestiones, Levi-Strauss acaba no sabiendo ya donde están la naturaleza ni la cultura, porque surgen precisamente problemas de elección…

LACAN: Lévi-Strauss cuando nos dijo que a fin de cuentas él estaba ahí, al borde de la naturaleza, presa de un vértigo, preguntándose si no era en ella donde había que ir a buscar las raíces de su árbol simbólico. Mis diálogos personales con Lévi-Strauss me permiten aclararles este punto.

Lévi-Strauss está retrocediendo ante su bipartición, muy tajante entre naturaleza y símbolo, cuyo valor creativo sin embargo advierte perfectamente, pues es un método que permite distinguir entre los registros y al mismo tiempo entre los órdenes de hechos.

Lévi-Strauss oscila, y por una razón que puede causarles sorpresa pero que él confiesa, teme que bajo la forma de la autonomía del registro simbólico vaya a reaparecer, enmascarada, una trascendencia que por sus afinidades, por su sensibilidad personal, no le inspira sino temor y aversión.

En otros términos, teme que después de haber hecho salir a Dios por una puerta, lo hagamos entrar por la otra. No quiere que el símbolo, hasta en la forma extraordinariamente depurada con la cual él mismo lo presenta, no sea más que la  reaparición de Dios bajo una máscara. Este es el origen de la oscilación de que dio muestras cuando puso en tela de juicio la separación metódica del plano simbólico respecto al plano natural.

Sr. HYPPOLITE:-De todos modos, apelar al universo no resuelve el problema de las elecciónes hechas por el hombre.

Seguro que no.

Sr. HYPPOLITE:-Lo que se llamó instituciones, y que implica cierto número de elecciones contingentes, entra sin duda en un universo simbólico. Pero con ello no tenemos la explicación de tales elecciónes.

LACAN: No se trata de explicación.

Sr: HYPPOLITE: Igual estamos ante un problema.

LACAN: Exactamente el problema de los orígenes.

Sr. HYPPOLITE:-No niego que la relación simbólica haya impreso la marca de una universalidad sistemática. Pero este mismo revestimiento exige explicación y también nos conduce al problema planteado por Mannoni. Quisiera hacerle una crítica. ¿Qué servicio nos presta el empleo de la palabra simbólicos?  ¿Qué es lo que aporta? … Ese es el asunto. No dudo de que preste servicios. ¿Índice algo más?   ¿Qué más dice?

LACAN: Me sirve en la exposición de la experiencia analítica…. En la experiencia captamos la transferencia tras diferentes aspectos, psicológicos, personales, interpersonales: se produce de manera imperfecta, refractada, desacelerada. Sin una radical toma de posición acerca de la función de la palabra, la transferencia es pura y simplemente inconcebible. Inconcebible en el sentido propio del término: no hay concepto de transferencia, nada más que una multiplicidad de hechos ligados por un vínculo vago e inconsistente.

Creo poder demostrar que para entender la función que Freud designa con el nombre de yo, así como para leer toda la metapsicología freudiana, es indispensable servirse de la distinción de planos y relaciones expresada por los términos simbólico, imaginario y real.

¿Para qué sirve? Sirve para mantener el sentido de una experiencia simbólica particularmente pura, la del análisis. Les daré un ejemplo, esbozando lo que finalmente les diré con respecto al yo.

El Yo, en su aspecto más esencial, es una función imaginaria. Hay aquí un descubrimiento de la experiencia… y no una categoría que yo calificaría casi de a priori, como la de lo simbólico. A través de este punto, diría casi por este único punto, encontramos en la experiencia humana una puerta abierta a un elemento de tipicidad. Este elemento se nos muestra sin duda en la superficie de la naturaleza, pero bajo una forma siempre decepcionante.  En esto quise insistir cuando hablé del fracaso de las diferentes filosofías de la naturaleza.

También es decepcionante en lo tocante a la función imaginaria del yo. Pero se trata de una decepción en la que estamos metidos hasta la empuñadura. En la medida en que somos el yo, no sólo tenemos la experiencia de éste, sino que ella es guía de nuestra experiencia tanto como lo son los diferentes registros a los que se ha llamado guías de vida, a saber, las sensaciones

La estructura fundamental, central, de nuestra experiencia, pertenece propiamente al orden imaginario…. E incluso podemos percibir hasta qué punto esa función es ya distinta en el hombre de lo que lo es en el conjunto de la naturaleza.

En la naturaleza encontramos bajo mil formas la función imaginaria. Son todas las captaciones guestalticas enlazadas al pavoneo, tan esencial para el mantenimiento de la atracción sexual en el interior de la especie.

Pues bien: la función del yo presenta en el hombre características diferentes. Este es el gran descubrimiento del análisis: a nivel de la relación genérica, ligada a la vida de la especie, el hombre funciona ya de otro modo. Ya hay en él una fisura, una perturbación profunda de la regulación vital. En esto radica la importancia de la noción de instinto de muerte aportada por Freud… Lo que hay que comprender es que le resulto forzoso introducirla para hacernos tener presente un dato punzante de su experiencia, (en un momento en que se empezaba a perder)

Cuando una apercepción sobre la estructura se anticipa siempre hay un momento de repliegue en que se tiende a abandonarla.

Esto es lo que sucedió en el círculo freudiano cuando el sentido del descubrimiento del inconsciente pasó a un segundo plano. Se volvió a una posición confusa, unitaria, naturalista del hombre, del yo y al mismo tiempo de los instintos. Precisamente, Freud escribió Más allá del principio del placer para volver a encontrar el sentido de su experiencia.

Freud quiso salvar a toda costa cierto dualismo, en el momento en que éste se l e deshacía entre las manos y en que el yo, la libido, etc., formaban una especie de vasto todo que nos reintroducía en una filosofía de la naturaleza.

Este dualismo no es nada distinto de aquello de lo que estoy hablando cuando pongo de relieve la autonomía de lo simbólico. Esto, Freud nunca lo formuló… Pero creo que podré demostrarles que la categoría de la acción simbólica tiene fundamento.

Sr. HIPPOLITE… Si he comprendido bien, la función simbólica es para usted una función de trascendencia, en el sentido de que no podemos, a un tiempo, permanecer en ella y salir de ellos. ¿Para qué sirve? De esta función no podemos prescindir, y sin embargo tampoco podemos instalarnos en ella.

LACAN: Desde luego. Es la presencia en la ausencia y la ausencia en la presencia.

LACAN: La próxima vez quisiera hablarles de esto: el yo como función y como símbolo. Ahí es donde juega la ambigüedad. El yo, función imaginaria, en la vida psíquica no interviene sino como símbolo. Nos servimos del yo como el bororó del loro. El bororó dice soy un loro, nosotros decimos soy yo. Todo esto no tiene la menor importancia. Lo importante es la función que tiene.

  1. MANNONI:-Después de Lévi-Strauss, da la impresión de que las nociones de cultura y naturaleza ya no se pueden emplear. Lévi-Strauss las destruye. Lo mismo en cuanto a la idea de adaptación, de la que hablamos constantemente. Estar adaptado quiere decir únicamente estar vivo.

LACAN: De eso se trata. Es del mismo orden que lo que mencioné hace unos instantes cuando dije que en un momento dado Freud quiso defender a todo precio cierto dualismo. A causa de la rápida evolución de la teoría y de la técnica analítica, Freud se halló en presencia de una caída de tensión análoga a la que usted descubre en el espíritu de Lévi-Strauss. Pero, en lo que le concierne, tal vez no sea ésa su última palabra.

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